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Parteras: un don de Dios

AGENCIAS

TUXTLA GUTIÉRREZ, CHIAPAS.- Guadalupe Lara Hernández ha atendido de parto a más de tres mil mujeres en 50 años y en su pueblo, La Floresta, comunidad chol de Comitán, poca gente existe que no haya pasado por sus manos.

?Los primeros que saqué hoy son abuelos, ya empecé a atender a sus hijas y pronto estaré haciéndolo con sus nietos?, dice sonriente doña Lupe, quien participó en el Encuentro Regional para la Participación de Terapeutas Tradicionales de Campeche, Chiapas y Yucatán.

El encuentro, organizado por el IMSS, reunió a 118 parteras rurales y médicos tradicionales con un objetivo técnico: adiestrar a unas y otros en el diagnóstico de enfermedades graves como diabetes, cáncer, presión arterial, etc, que pudieran poner en riesgo la vida de madres e hijos durante el parto.

Pese a su carácter técnico y humanitario -se insistió enfáticamente en la aplicación de medidas profilácticas y preventivas de todo tipo- la reunión derivó en un intercambio de expresiones culturales, de lenguas indígenas y de experiencias interétnicas entre médicos tradicionales de más de una decena de grupos indígenas.

Fue asimismo un vistoso muestrario de vestidos regionales y de diversas técnicas de medicina tradicional. María Victoria Sánchez, curandera chol de la comunidad de Cruz Timel, Tila, Chiapas, y José Manuel Chin Chan, de Campeche, hicieron limpias contra espanto, aire, mal de ojo y envidia.

María Victoria cura estos problemas con un ramo de hojas de chanté y una botella de aguardiente, de la que bebe media docena de tragos que después expulsa a soplidos sobre el cuerpo del enfermo. ?Con sólo verle la cara -explicó su marido, Nicolás López Vázquez, también brujo- sabe qué problema trae la persona?.

La médica tilense, quien únicamente habla chol, aprendió por propia cuenta esa técnica curativa, pues a los diez años de edad enfermó de un mal desconocido que la tuvo al borde de la muerte sin que ningún ?doctor? alópata o curandero tradicional de Tila, Altamirano, Ocosingo y Yalajón pudiera aliviarla.

?Hasta que un día se fue al monte, buscó la yerba y se hizo ella misma la limpia, rociándose además con aguardiente?, comentó don Nico.

En bosques y selvas del sureste, la automedicación ancestral y la atención de partos emergentes por cuenta de niñas o jóvenes son frecuentes. Las parteras tzotziles Cesárea Rojas Gutiérrez y Manuela Gómez de Bochil; sus colegas zoques Teresa Sánchez Hernández y Manuela Hernández Ruiz, de Jitotol; y Humberta Hernández Lara, de Comitán, aprendieron el oficio de comadronas atendiendo de urgencia a sus madres o a sus hermanas mayores a los diez ó 12 años.

?Yo atendí a mi madre de uno de mis hermanos cuando tenía diez años, porque en casa no había quien la ayudara. Después me seguí con una hermana y ahora lo he hecho con mis hijas, sobrinas, cuñadas y otras parientas del pueblo?, contó doña Manuela Hernández Ruiz.

?Es un oficio muy bonito, un don de Dios, porque nada hay más bello que ayudar a que un niño salga a la vida?, coincidieron las entrevistadas, todas ulteriormente adiestradas en el diagnóstico de partos complicados -cuando los pequeños están atravesados o vienen de nalgas, o se queda pegada la placenta- y la oportuna canalización de la parturienta a una clínica o un centro de salud.

Una de las sesiones informales de las parteras derivó en la sorpresa y la risa hilarante, cuando se enteraron que en algunas comunidades mayas de Campeche y Yucatán los partos se hacen en una hamaca y que entre los tzotziles la mujer se hinca frente a una silla donde el marido, sentado, la alienta a bien parir mientras la partera a su espalda espera al niño con todos los elementos necesarios para ayudarlo a salir, cortarle el ombligo y lavarlo.

?Nos enseñaron cosas muy importantes y muy buenas para que no matemos a la gente?, dijo jocosamente doña Lucrecia Martínez, partera zoque de la comunidad Miguel Zambrano de la región del Soconusco, en la costa chiapaneca del Pacífico, quien al igual que la mayoría de sus colegas, confesó que nunca en sus 62 años de comadrona se le ha muerto una sola mujer y un solo niño.

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