Al borde del abismo. En la orilla del precipicio. Hacia el despeñadero de la tragedia. Con esas o similares palabras se describió el escenario político nacional en los días recientes. Se escuchaban las voces en los medios impresos y electrónicos, en las plumas de analistas de reconocido prestigio, en las palabras de políticos de altísimo peso moral en México, en periódicos de indudable importancia internacional, en los cafés, en la calle, en la marcha de cientos de miles en el corazón de nuestro país. Finalmente, se dio un paso atrás. Llegó la hora de pedir explicaciones.
Sí, ya sé. Tras meses, casi un año, de vivir bajo el fuego cruzado entre un Gobierno empeñado en sacar de la próxima contienda electoral al puntero en las encuestas y un puntero en las encuestas muy hábil en el papel de víctima, lo único que se quisiera oír es el júbilo, la algarabía por la vuelta de la política a la contienda donde se afilaban ya los machetes. Pero, justamente por la gravedad del asunto me parece que es hora de pedir explicaciones y también pagar facturas.
Celebro, desde luego, el paso atrás que dio el Gobierno Federal en voz, nada más y nada menos, que del presidente de la República. El mensaje a la nación del pasado 27 de abril simbolizó una bocanada de aire fresco en un ambiente que empezaba a quemar como el calor de Tabasco a las 12 del día. Sus palabras no dejaron duda de que daba un paso atrás en la embestida que se había emprendido contra Andrés Manuel López Obrador. Hubiera bastado el: “Quiero informarles que he decidido aceptar la renuncia que me ha presentado el procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha” para abrir espacio al diálogo. Pero fue más allá y dejó en claro que garantizaría un proceso electoral legítimo en 2006. Sus palabras, además, significaron un reconocimiento implícito de lo que muchísima gente hizo explícito: el pleito legal armado contra AMLO en realidad era un pleito político.
Y por si las palabras no bastaran, los rostros del presidente, del procurador y del secretario de Gobernación dijeron lo demás. Era, sin duda, en paso atrás. El de la prudencia, sí, pero también el del fracaso de una estrategia tramposa. El que privilegia la política, sí, pero también el que señala responsables de la cercanía al abismo. El de los que apuesta por la estabilidad del país, sí, pero también el de los que estaba despertando al México bronco.
Paso atrás y punto, dirán más de uno. Y más de dos dicen: sí y no. Sí paso atrás, pero No punto. La polarización social llevada casi al límite, la transición democrática puesta en riesgo, el nerviosismo en los inversionistas, el desprestigio internacional, entre otras consecuencias, tiene costos y no basta con la renuncia del procurador. Es hora de pagar las facturas.
Y ahí está presto para cobrarlas Roberto Madrazo, presidente del Partido Revolucionario Institucional. El mismo que siempre dijo que quería ver a Andrés Manuel en las boletas de 2006, pero dio línea a sus diputados para votar por el desafuero. El mismo que ganaba con sacar a AMLO de la contienda. El mismo que, pese a muchos de sus correligionarios, ya inició su campaña para ocupar la silla presidencial.
Y ahí está presto el Partido Acción Nacional, que en este naufragio quiere salvar lo que se pueda, quiere deslindarse, quiere hacer borrón y cuenta nueva, así le cueste sacrificar a su gallo para 2006, así le cueste cargarle todo el muerto a Santiago Creel.
Y ahí está, na’más faltaba, el Congreso. Diputados del PRI y del PAN que sacaron sus lanzas y cual cruzados con la Biblia de la legalidad en la boca votaron por el desafuero de López Obrador. Ahora, con esa misma Biblia, se aprestan a investigar a los hijos de la señora Marta Sahagún, señalados por corrupción.
Y, en el otro extremo, estamos las y los ciudadanos que si bien cobraremos la factura en las próximas elecciones, por lo pronto exigimos una explicación del porqué se utilizó tanto tiempo, dinero y esfuerzo en eliminar a un potencial competidor electoral, cuando, por un lado, al país le ha costado sangre, sudor y lágrimas acceder al primer escalón de una democracia: elecciones libres; y, por otro, cuando nuestro país tiene tantos problemas cuya atención urge.
Y ahí estamos, también, las y los ciudadanos que sin simpatizar o confiar en Andrés Manuel, hemos visto cómo, gracias a sus enemigos políticos, va en ‘caballo de hacienda’ rumbo a la silla presidencial. Lo que dudamos hubiera logrado por sí solo, lo ha logrado gracias a sus adversarios. Y ha logrado más, porque ahora parece que nadie podrá cuestionarlo so pena de pasar como un enemigo de la democracia. Andrés Manuel siempre debió tener la oportunidad de llegar a las elecciones de 2006, pero no convertido en héroe nacional.
Sí, es hora de pagar facturas y de dar explicaciones.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com