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Patrimonio Financiero| Salvador Kalifa

Los jubilados y otras personas que viven de los intereses atravesaron un período bastante difícil en los últimos años, en particular 2002, 2003 y el comienzo de 2004, cuando el nivel de las tasas de interés nominal fue anormalmente bajo y hubo rendimientos reales muy pobres.

La reducción en las tasas nominales de interés ha sido substancial. Basta recordar que los Cetes a 28 días pasaron de 17.86 por ciento en la primera semana de enero de 2001 a un promedio de 7.1, 6.2 y 6.8 por ciento en 2002, 2003 y 2004 respectivamente. En ese contexto, un millón de pesos que generaba alrededor de 15,000 pesos mensuales de intereses al inicio de 2001, sólo produjo algo más de cinco mil pesos mensuales en 2003 y 2004. Esto, sin duda, fue motivo de preocupación para muchos, ya que esa cantidad no alcanza para cubrir el gasto de quienes dependen exclusivamente de los intereses para su manutención.

Las dificultades para estas personas se explican por dos razones. Primera, porque padecen de lo que los economistas denominamos ilusión monetaria, que consiste en no distinguir del total que reciben de intereses la cantidad que repone el poder de compra del depósito original y lo que efectivamente representa un mayor poder de compra. Segunda, porque en estos últimos años las tasas reales de interés se ubicaron muy por abajo de sus estándares históricos.

El problema de la ilusión monetaria, que en ambientes inflacionarios es extremadamente grave, se entiende mejor si dividimos las tasas de interés en dos partes. Una que repone el poder de compra que se erosiona con la inflación, y otra que es un premio por riesgo. En una situación donde la inflación es cero, la tasa de interés nominal que obtiene el depositante es idéntica a este premio, que es la tasa de interés real.

Cuando hay inflación, la tasa de interés nominal incluye, además del premio (tasa real), una prima que compensa la erosión del poder de compra por el alza de precios. Por consiguiente, los intereses que recibimos en épocas de alta inflación crean en muchas personas una ilusión de rendimientos elevados que en realidad no existen. Es verdad que uno recibe cantidades grandes de "intereses", pero la mayor parte sólo repone el poder de compra del depósito original.

En consecuencia, quienes en los años de inflación gastaron sus intereses creyendo que recibían un rendimiento elevado por sus depósitos financieros, en realidad fueron víctimas de la ilusión monetaria. Estuvieron "comiéndose" su capital al utilizar la parte de los intereses que compensaba los efectos de la inflación sobre su poder de compra.

La práctica de vivir de los intereses nominales es un camino seguro hacia las dificultades económicas, y quienes lo han hecho así ya perdieron una parte considerable de su patrimonio financiero. Los que prudentemente sólo se gastaban el interés real, sin embargo, también enfrentaron dificultades en los primeros años de esta década por el nivel tan reducido de las tasas reales.

La historia muestra que por muchos años la tasa real de los Cetes a 28 días fue, en promedio, de un 6 por ciento anual. Sin embargo, esto cambió en los albores de este siglo. La tasa real se ubicó en 1.5 por ciento en 2002, 2.3 por ciento en 2003, y 1.8 por ciento en 2004. El año pasado, por ejemplo, quien tuvo un millón de pesos en el banco y quiso evitar su descapitalización, sólo pudo gastar el equivalente de 1,500 pesos mensuales de los intereses.

Estos niveles tan deprimidos de las tasas reales en México fueron posibles, en parte, por el descenso de la inflación; pero principalmente porque existieron tasas de interés real negativas o cero en Estados Unidos. Esta situación, sin embargo, comenzó a revertirse el año pasado en favor de los que viven de los intereses. El alza de las tasas en Estados Unidos contribuye al ascenso de las tasas en nuestro país. La tasa nominal de los Cetes a 28 días se ubica hoy por encima del nueve por ciento.

La expectativa es que las tasas de interés en Estados Unidos suban más en lo que resta de 2005 y parte de 2006. Muchos esperan un alza adicional de por lo menos un punto porcentual para diciembre de este año. Por tanto, aún cuando la inflación de 2005 en México sea inferior a la de 2004, es muy probable que el nivel de la tasa nominal de los Cetes se ubique alrededor de, o algo por encima, del 9 por ciento para fin de año, lo que puede implicar una tasa real superior al 4 por ciento.

Considero que una tasa real entre cuatro y cinco por ciento es un supuesto más apropiado para los años venideros que los niveles registrados en el pasado reciente. En ese contexto, ¿Qué pueden hacer los que viven de intereses para no perder patrimonio financiero en el futuro?

En el manejo del dinero no hay fórmulas mágicas y cada persona obtiene tasas de interés distintas según su posición frente a los riesgos financieros. Una estrategia general, que aplica independientemente del nivel de inflación y de la tasa de interés nominal, consiste en capitalizar la porción de los intereses nominales que compensa la inflación y gastar sólo el monto equivalente a la tasa de interés real.

Aquí vale la pena una advertencia. Los intereses reales pagan impuesto sobre la renta, por lo que debe tomarse esto en consideración a la hora de decidir el monto que se va a gastar. Por ejemplo, con una inflación de 4.5 por ciento, quienes tienen su dinero a tasas nominales inferiores al cinco por ciento anual apenas reponen el valor del capital, por lo que no debieran tocar sus intereses. Por otro lado, quienes reciben una tasa nominal, digamos, del nueve por ciento anual, pueden erogar al mes alrededor de la tercera parte de sus intereses, ya que las otras dos terceras partes son para reponer la inflación y pagar impuestos. Gastar más se traducirá en una merma de su patrimonio financiero.

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