EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Pemex rojo/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Una desgracia va siempre pisando las

ropas de otra: tan inmediatas caminan”.

William Shakeaspeare

Petróleos Mexicanos es un gigantesco foco rojo en materia ambiental. Esta no es la opinión de un ecologista radical de oposición, sino la del procurador federal de protección al ambiente, José Luis Luege, el ex presidente del PAN en el Distrito Federal.

Pero quienes viven en el Municipio veracruzano de Nanchital y han sufrido las consecuencias del derrame de 800 mil litros de petróleo en el río Coatzacoalcos el 22 de diciembre, entienden perfectamente las palabras del titular de la Profepa.

También la comprenden los habitantes de la región tabasqueña de Cunduacán, donde se registró otro derrame el pasado fin de semana.

Estos problemas, desafortunadamente, no son producto de simples descuidos. Su carácter es estructural. El ducto y las válvulas que reventaron el pasado 22 de diciembre en Nanchital -como lo señaló ayer el propio Luege- tenían 40 años de antigüedad. Pero esta situación no es excepcional. Buena parte de las instalaciones de Pemex se encuentra en condiciones similares.

Hace décadas que no se hacen inversiones adecuadas para el mantenimiento de las instalaciones de Petróleos Mexicanos. El sistemático saqueo de la empresa para subsidiar el gasto del Gobierno Federal, así como la negativa de los políticos para abrir el sector petrolero a la inversión privada, son dos de las razones de fondo de esta situación.

Y las cosas no van a mejorar: por lo menos no mientras no se haga una reforma radical de Pemex y de la forma en que explotamos los hidrocarburos en nuestro país.

Las empresas petroleras se cuentan entre las más prósperas de todo el mundo. No hay que ser grandes administradores para obtener buenos resultados en un mercado en el que hay una diferencia tan grande entre los costos de producción y los precios de venta.

La gran excepción, tristemente, es Pemex. Nuestro monopolio gubernamental es ya la empresa petrolera más endeudada del mundo. Sus pasivos equivalen al 90 por ciento de su patrimonio. Sus pasivos laborales no están fondeados. En un par de años más la paraestatal caerá definitivamente en una quiebra contable, ya que sus pasivos rebasarán a su patrimonio. Y no se podrá hacer nada al respecto, por lo menos no mientras el Gobierno le siga cobrando a Pemex impuestos equivalentes al 110 por ciento de sus utilidades.

El problema es que mientras se mantenga este saqueo sistemático, Pemex, no podrá hacer las inversiones en mantenimiento que asegurarían que la empresa dejara de ser ese foco rojo gigantesco para el ambiente mexicano.

Las instalaciones seguirán avejentándose y los accidentes industriales se volverán cada vez más comunes.

La reforma de Pemex, por supuesto, no es fácil. Para llevarla a cabo se requiere una reforma fiscal, como la que ha rechazado el Congreso o un recorte, que parece imposible, de un 30 por ciento en el gasto del Gobierno Federal. Sólo así se evitaría la necesidad de usar los ingresos de Pemex para financiar el gasto del Gobierno.

Son muchos los aspectos de la operación de Pemex y de la manera en que se explotan los hidrocarburos en nuestro país que deben modificarse. Al ser una empresa estatal, Pemex trabaja con procedimientos y normas que cuestan entre un 20 y un 40 por ciento más que las de una empresa privada.

El sindicato petrolero se ha convertido en una sangría impresionante para una compañía que supuestamente debería ser propiedad de todos los mexicanos y no sólo de un grupo de líderes y políticos. Al prohibirse la inversión privada en la exploración y explotación de crudo -inversión que se hace en todo el mundo, incluyendo países comunistas como China y Cuba- se le resta competitividad a nuestra industria petrolera.

Quizá no podamos reformar todas estas lacras, pero por lo menos podríamos dejar de sangrar a la empresa. Si de verdad queremos proteger el ambiente en los lugares en que opera Pemex, si realmente queremos defender la integridad física de los trabajadores, es necesario que la empresa mantenga y reinvierta un porcentaje mucho mayor de sus ingresos.

Lo curioso del caso es que los mismos políticos que dicen querer defender a Pemex y la soberanía nacional son los que se niegan a hacer las reformas que evitarían la inminente quiebra de la empresa y que impedirían que ésta siga siendo un gigantesco foco rojo para la ecología del país.

Reyes Magos

“Quise escribirles una carta a los Reyes Magos, pero perdí la dirección”. Estas palabras de Silvina Espinosa de los Monteros, columnista de El Financiero, me han estado sonando en la cabeza todo el día. Muchos somos, en verdad, los mexicanos que hemos perdido la dirección de los Reyes Magos. O quizá a ellos se les haya olvidado la ruta para llegar a nuestro país.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 127403

elsiglo.mx