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Pensar en los jóvenes/Diálogo

Yamil Darwich

Quienes nacimos para el mundo laboral en los sesenta y setenta, las oportunidades que teníamos en ese campo, aunque ya limitadas, eran grandes. De hecho lograr consolidar una carrera profesional, o ganarse un espacio en el mundo productivo, tenía una fórmula básica: trabajo más constancia.

Hoy, el mundo que se les presenta a los jóvenes es de permanente crisis y cambio, sus oportunidades se ven muy limitadas y sólo los mejor preparados y algunos “suertudos“ (que siempre los hay) podrán sobresalir, obtener los satisfactores suficientes y hasta establecer un patrimonio familiar.

El mundo, ahora globalizado, ha cambiado y continúa cambiando dramáticamente, basado en el desarrollo y evolución de la comunicación, la tecnología y la ciencia; requiere capacidades diferentes, que los jóvenes deben adquirir y desgraciadamente no a todos se lo estamos facilitando.

El cambio genera crisis y si bien es cierto que ésta a su vez abre oportunidades, también mueve al mundo, la sociedad y a sus organizaciones, haciéndolo más difícil de entenderlo, asimilarlo y adaptarse a él.

En la actualidad, la autoridad ya no tiene la fuerza suficiente para ser ejercida simplemente y poder establecer el orden, aún y fuera con injusticia; los sistemas económicos se han colapsado y carecen de fórmulas de equidad y distribución, tampoco pueden cubrir los mínimos sociales para ayudar a que se mantenga la paz; las organizaciones políticas se ven anacrónicas, ineficientes y rebasadas por las tendencias de sus grupos y hasta por individuos sobresalientes; las sociedades intermedias pierden razones y peso para mantenerse unidas y vigentes, muchas de ellas están en vías de extinción o viven franca decadencia, con violaciones a sus principios y a las plataformas que justifican su existencia; los valores religiosos y las enseñanzas que difunden grupos y asociaciones están en crisis y curiosamente cada vez hay más personas que se declaran “libres pensadores” y otras, francamente ateas, sin fe en un Dios o vida posterior a la muerte.

Las oportunidades de estudio formal y de trabajo son limitadas y la cadena de la pobreza amenaza seriamente su calidad de vida futura. La tecnociencia ofrece mayor sistematización, robotización y producción, conllevando menores oportunidades de empleo. Por si esto fuera poco, los avances médicos han prolongado la calidad de vida de los más viejos, con ello, les da mayores posibilidades de desarrollar un trabajo productivo, “atorando” el flujo en el avance escalafonario de los jóvenes, en el mundo laboral: “están aprendiendo”; “aún no pueden”; “deja que crezcan”; “no tiene experiencia”; “más adelante, cuando aprenda más”; son frases cotidianas que ejemplifican la realidad. Le debo confesar que yo mismo me he descubierto pronunciándolas.

Tal vez en eso estribe mucho de la problemática social; el desinterés de los jóvenes por la participación política, la falta de atención a las normas sociales, la aparición de grupos diversos de protesta, el aparente ateísmo o repudio a las organizaciones religiosas y en el campo psicológico la ansiedad, la depresión y hasta el suicidio.

En los jóvenes tenemos uno de nuestros principales activos económicos; son una fuerza laboral y de potencialidad intelectual que no podemos desaprovechar.

Si el principal factor del mundo moderno es el conocimiento, debemos encontrar la fórmula para transmitirlo mejor. Recuerde que en el mejor de los casos, sólo el cinco por ciento de los muchachos (as) puede acceder a la educación técnica y superior; para nuestra desgracia, entre quienes son favorecidos con esa posibilidad, sólo unos cuantos reciben formación pertinente y eficiente, acorde a las necesidades de hoy.

Si el joven ve amenazada su independencia material por la falta de empleo, es precisamente en tal problema donde debemos enfocar buena parte de la estrategia de la política económica nacional. Usted ya conoce las cifras del fracaso de la actual administración pública.

Aún con un trabajo regularmente remunerado (sólo el 30 por ciento, tiene todas las prestaciones laborales y el cinco por ciento recibe pagos mayores a tres salarios), sus posibilidades de adquirir vivienda propia son mínimas. ¿Cómo podemos esperar en ellos un regular grado de satisfacción por la vida?

Los problemas de salud y nutrición son también alarmantes, aunque por la fortaleza física de la edad, no lleguen a ser tan evidentes en el presente, pero sin duda estamos sembrando cizaña para el futuro.

La intención de este “Diálogo” no es preocuparlo, sino invitarlo a que nos ocupemos en empezar a atender el problema con acciones individuales, que al sumarse serán importantes.

Participemos moviendo la voluntad de los políticos hacia la planeación y la visión de planes y objetivos a largo plazo; no nos contentemos con promesas de “trabajar por un futuro mejor”, que sólo les da tiempo para transitar en los puestos con el menor compromiso, en busca de su particular beneficio.

Aseguremos, con nuestra participación política, que los administradores públicos estén capacitados para los puestos que ocupan. Al menos en las administraciones municipales, la mayor parte de los funcionarios son incapaces, por no tener la formación suficiente para enfrentar los problemas. Exijamos mayor información, que nos comuniquen en forma simple y clara, sin las trampas de las palabras técnicas y las estadísticas manipuladas.

Busquemos por los medios que estén a nuestro alcance promover el empleo y ofrecer las remuneraciones justas, que para eso deberemos ser eficientes y eficaces nosotros mismos. Motivémoslos al autoempleo, encontrando la manera de apoyarlos y orientarles con buenas ideas y consejos.

Démosles la mejor educación, entendiendo que la buena formación no tiene que ver con pagar poco o mucho. Pensemos en nuestros hijos, pero también en los colaboradores, que sin duda a mayor preparación darán mejores resultados.

Si está en nosotros, apoyemos a las organizaciones dedicadas a atender a los jóvenes. Le aseguro que los recursos destinados a la atención de la problemática y el futuro de ellos es, más que nunca, una inversión altamente productiva para México y la Comarca Lagunera.

Tal vez le parezca que usted, o yo, como simples ciudadanos, tengamos poco que ofrecer; le aseguro que no es así, desde el ámbito laboral que vivimos algo podemos aportar; en el trabajo que desempeñemos, especialmente si convivimos con jóvenes, si somos dueños o jefes, podemos ofrecerles mucho, al menos motivación y consejo, ánimos y enseñanzas; ofrezcámosles nuestra ayuda para visualizar el futuro, basado en la experiencia que nos ha dado la vida. Y si usted es joven, anímese recordando que tiene lo más valioso para enfrentar el reto: mejor preparación, juventud y fortaleza física.

ydarwich@ual.mx

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