EL FIEL “PUPPY”
El reloj marcaba las seis de la mañana cuando me asomé por la ventana, conté a cinco perros que venían a declarar su amor a “Blancanieves”, a pesar de sus trece años una vez más nos dábamos cuenta que había llegado el celo semestral.
Nunca falla, el mejor detector de celo de la mascota son los perros que empiezan a merodear la casa, en ocasiones cuando los clientes quieren cruzar a su perrita y me preguntan cómo darse cuenta de ello, les contesto que simplemente con el paseo diario o si cuentan con jardín a la calle, no se preocupen, las mascotas de los vecinos ya entrarán en acción para avisarles que ese momento ha llegado.
“Blancanieves” estuvo dos largas semanas guardada en el jardín posterior de la casa, los galanes fueron desapareciendo poco a poco, y el único que quedó fue un perro de tamaño mediano de un año de edad aproximadamente, color beige de una raza completamente indeterminada, le da gran parecido a esos perros de los dibujos animados de la televisión.
Al principio los echábamos de la puerta de la casa, me da pena decirlo pero hasta con agua le llegamos a ahuyentar, pero nada resultó, pasaron los días, al principio cuando salía de la casa me veía e inmediatamente se marchaba y yo lo trataba de asustar amenazándolo con tirarle un objeto, pasaron los días y después hasta tenía que brincarlo para no pisarlo o interrumpir su profundo sueño. ¡Me había ganado!
Sofía mi hija inmediatamente le puso el nombre de “Puppy”, realmente le quedaba ese nombre, al principio yo estaba renuente a que le dieran de comer y de beber, en una ocasión estuvo acostado dos días sin levantarse, mi esposa al decirme sobre el problema de “Puppy” que probablemente se encontraba enfermo, para ese entonces ya le había llevado al consultorio y efectivamente tenía bastante fiebre y bronquitis, sólo fueron necesarias dos inyecciones, desde la primera mostró mejoría, logrando una respuesta tan extraordinaria que ya la hubiera deseado para mis pacientes.
Después de que salió de su problema respiratorio, se le dio un buen baño, se aplicaron sus vacunas, se desparasitó, se le puso un collar viejo, su mascada y su medalla antirrábica, parecía disfrutarlo mostrando su agradecimiento con su incansable rabo.
Fue tal su agradecimiento que ahora es el guardián de la calle, no deja pasar perro alguno sobre la banqueta de la casa, cuando alguno de ellos se atreve a desafiarlo, lo obliga a que se pasen por la acera de enfrente, es muy amigable con las personas, a todo mundo le menea el rabo, no se diga con mi hija Sofía que a donde ella sale le sigue inmediatamente, es su misma sombra.
De repente se pierde y pasa la noche fuera de “casa” lo más seguro es que ande de enamorado y como respuesta regresa siempre con alguna herida o cojeando de alguno de sus miembros, ya sabe el camino al consultorio y se deja revisar y aplicar sus medicamentos perfectamente.
Ahora es él quien recibe a todo paciente que llega a la clínica y también lo despide, pues le ha dado últimamente por no despegarse de la puerta del consultorio, es muy buen perrito, ojalá y alguien lo adopte, estoy seguro que no se arrepentirá, se encuentra sano y libre de parásitos, se alimenta de croquetas, es un excelente guardián y fiel como él solo.