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Pequeñeces/Centenario

Emilio Herrera

¿Cuánto hace que todos andábamos golpeándonos las espaldas y deseándonos un Año Nuevo feliz?

Pues, mire Usted: así, como no queriendo la cosa, de ese año que por aquellos días estrenábamos ya nos hemos comido, nada menos, que la mitad; y si cada uno de nosotros nos preguntamos sobre lo que hemos hecho con todo ese tiempo, un porcentaje muy grande, pero, ¡muy grande! tenemos que contestarnos que nada, digo, sólo lo de siempre, nuestra rutina y pare usted de contar. Es decir, que, como dice el pueblo: ahí la llevamos.

Sin embargo, hay que recordar que dentro de año y medio los habitantes de Torreón tendremos, cara a cara, al año en que nuestra urbe, querámoslo o no, tendrá que celebrar su primer centenario, por cuyo aniversario ella espera recibir de sus autoridades y principales instituciones y pobladores en general regalos a granel.

Aquella ciudad que en sus principios fue llamada “la de los grandes esfuerzos” porque de ese tamaño fueron los de su inicio en nuestros campos agrícolas, va, desde hace un rato para otra cosa: su industria es cada día más vigorosa; pero, en este primer aniversario, acaso por primera y única vez su vida campesina tendrá que destacarse.

El pintor Ruiz Vela que, según entiendo, vive ahora en Miami o algo así, en fin, al otro lado, realizó hace años una pintura intitulada “Almuerzo campesino”. Es lo mejor que se ha hecho para atrapar aquella etapa de nuestra vida inicial. De ello una buena copia existe en una de las paredes del cerrado restaurante “Apolo” y fotografías debe haber muchas en manos de laguneros. Valdría la pena que nuestros agricultores más antiguos convencieran a los más nuevos para unirse y aportar lo necesario para convertir tal pintura en una escultura que recordara a las nuevas generaciones sus principios, al mismo tiempo que embelleciera el sitio en que fuera puesta.

Pero, esta labor tendría que empezarse ya. Lo decíamos al principio, el tiempo no se detiene nunca, sólo sabe pasar, y lo que se deja para mañana nunca se hace. Esto, o cosas como ésta que se piensen hacer para celebrar el inminente centenario de nuestra ciudad hay que irse aplicando a ello, el estacionamiento sobre el Mercado Juárez, por ejemplo, es algo ya decidido, pero no comenzado. El peligro es que después las obras que se van dejando para más tarde, tienen que hacerse carrereadas, y no es lo mismo.

El tiempo pasa, ¡vaya si pasa! Así que, lo mejor es empezar a tiempo, es decir, ya.

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