EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Pequeñeces/Desastre

Emilio Herrera

La tragedia más grande en estos casos a veces no es la muerte, con la que todo se termina, sino la pérdida de sus propiedades, sus hogares, sus negocios que, difícilmente podrán reponer, y menos que todos aquellos que anden en su ?tercera edad?, incapaces de repetir los esfuerzos que su juventud, cosa del pasado, les hiciera posible conquistar.

Lo ocurrido en Nueva Orleans nos hace ver algo que olvidamos con suma frecuencia: la pequeñez del hombre frente a la naturaleza. Sí, claro que el hombre es ya capaz de ir por el espacio al sitio que se le ocurra, y bajar en el océano lo suficiente para rascar el fondo con sus manos; pero, ¿qué es eso en comparación con lo que hemos visto que el mar acaba de hacer en el sur de Norteamérica, particularmente en Nueva Orleans?

Frente a la naturaleza no somos nada. O lo que verdaderamente podemos ser: solidarios con el infortunio de otros hombres, todavía está por demostrarse.

La ayuda de todo el mundo llegará a las víctimas vivas de este tremendo desastre; pero no con la prontitud que fuera de desearse: la del propio Bush no ha sido así; la única disculpa acaso sea la incredibilidad de la tragedia, aunque hoy la televisión nos hace participar en nuestros propios hogares de todo lo que en el mundo sucede. Se habla de doscientos y pico de muertos, y qué bueno que no pasen de tal cantidad las víctimas, aunque para lo que se ha visto en los televisores parecen pocos.

La tragedia más grande en estos casos a veces no es la muerte, con la que todo se termina, sino la pérdida de sus propiedades, sus hogares, sus negocios que, difícilmente podrán reponer, y menos que todos aquellos que anden en su ?tercera edad?, incapaces de repetir los esfuerzos que su juventud, cosa del pasado, les hiciera posible conquistar.

Afortunadamente son parte de un país cuya riqueza les da la seguridad de la mejor ayuda posible, como hace muchos años pasó en Florida, aunque esto de Nueva Orleans haya sido, acaso, la tragedia de este tipo mayor que cualquiera otra que nuestra generación haya alcanzado a ver.

Entre tanto hay que pedir a nuestros dioses, al tuyo, al mío, que nos sigan tratando con benevolencia.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 168416

elsiglo.mx