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Pequeñeces/Impotencia

Emilio Herrera

“El poder es la impotencia”, esto se lo dijo un día a uno de sus cercanos el general De Gaulle, voz autorizada que, no tenemos por qué no creer, sabía lo que se decía.

Pero, también lo podemos comprobar cuantas veces estemos en alguna oficina donde su mandamás esté rodeado de teléfonos y timbres. Ninguno hace venir a nadie y hay que mandarlo traer con el propio secretario si es que realmente se trata de servir al visitante.

Esto no quiere decir, de ninguna manera, que no se crea en el poder. Claro que se cree. En él creen, particularmente, los que lo buscan. Por eso lo persiguen. Pero, lo que a veces pasa es que ya con él en su poder, con el poder del poder en su mano algunos descubren que para poco les sirve. Y nadie se avergüence de ello que al propio De Gaulle le pasó y de eso se dolía. Pero lo importante, al final, es salirse con la suya, como él.

En el caso de nuestra ciudad hay antecedentes que nos avergüenzan, recuérdese nomás los estacionamientos, -subterráneo de la Plaza de Armas y elevado del Mercado Juárez- de los cuales se empezó a hablar en la década de los setenta y todavía este principio de año algo se dijo de ellos. Y si se habló de ellos es porque se tenía el poder para hablar de hacerlos, pero sólo para eso, para nada más.

Ojalá que con el Distribuidor Vial Revolución no llegue a pasar lo mismo, pues esperar treinta años y más para que las obras de cierta envergadura se realicen ya es pasarnos de optimistas en relación con nuestras propias necesidades y vida.

Las cosas hay que hacerlas, pero ya, como en los viejos tiempos. Muchas de ellas les salieron bien a nuestros antecesores y allí están todavía dando servicio, y si alguna no, ¿a quién perjudicó el intento? A nadie.

¿Entonces? Que el Distribuidor Vial Revolución no resultó como esperábamos es aquí la única verdad, si no, no estaríamos todavía hablando de ello. Y si en Saltillo pasó igual y les hicieron uno nuevo, ¿cuál es la diferencia? ¿Acaso que ya no somos como éramos antes, ya no tenemos voz o ya no la usamos, y cada quien hace de nosotros lo que quiere?

Nuestras autoridades están para decirlo. Ellas y nuestros empresarios pueden ponerse de acuerdo y resolver en justicia. El resto es justicia que, en casos como éste no tiene porqué ser impotente.

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