En Navidad siempre deseamos a nuestros seres queridos, que Dios los colme de felicidad, de amor, paz y bienestar. Los deseos son muy buenos, pero la realidad de las cosas es que siguen las guerras, la corrupción, los crímenes, etc. Podemos ver en los estadios de futbol o de beisbol, que los juegos que deben ser de unión y deporte para disfrutar de triunfos y derrotas. Los estadios se vuelven campos de batalla, muy alejados del espíritu del deporte. Las naciones luchan por el poderío económico y militar. Los partidos políticos se destrozan mediante guerras sucias, ambición de ?poder? y de riqueza. Hermanos pelean contra hermanos, hijos contra padres, etc.
¿Dónde quedaron los buenos deseos de Navidad? Sólo fueron eso, buenos deseos. Y las historias se siguen repitiendo. Yo recuerdo que en diciembre de 1972, hace 33 años, escribí, en parte, lo que sigue:
?...En cada mañana deberíamos agradecer a nuestro Creador el concedernos la vida, ese don precioso, que aunque a veces lleno de dolor, de trabajos, de tristezas, nos gusta y lo queremos, como lo querían nuestros hermanos en desgracia en la República de Nicaragua, cuya capital, Managua, desapareció en unos segundos de la faz de la Tierra, destruida en vísperas de Navidad por una serie de sismos que lo arrasaron como bomba atómica. Qué doloroso despertar, de los que tuvieron la suerte de despertar, pero no de sus seres queridos, sus vecinos, sus amigos, que se perdieron en los escombros. Como un recuerdo en la despedida de ese año, que finalizó trágicamente para nuestra América, para Irlanda, para Vietnam, para el Medio Oriente y para toda la humanidad... escribí, en parte, el siguiente poema:
Año viejo que te vas:
barbudo, cansado, triste...
qué tanto hace que viniste,
como una estrella fugaz,
pero cuántas cosas das
al hombre sobre la Tierra...
Un Vietnam que arde en la guerra
entre promesas de paz.
?...Año viejo que te vas
dejando el lugar al nuevo,
no metas la marcha atrás,
deja crecer al renuevo,
que ofrece fe y esperanza,
de dichas, amor y paz
sigue sigue tu camino,
carga tu viejo bagaje
hasta el final de tu viaje,
para cumplir tu destino...?.
Eso ocurrió hace 33 años. Las cosas no han mejorado. Desastres naturales como el sucedido en México en 1985, que se desmoronó parte de los viejos edificios de la Ciudad de México y murió una cantidad no conocida de nuestros hermanos.
Otros provocados, como la guerra de Irak, como Afganistán, Israel, etc., etc., y las luchas fratricidas entre hermanos, no sólo no desaparecen, sino que aumentan.
Desde esta columna pido a mis hermanos que reflexionemos en los mensajes de paz, de amor y felicidad, que se pregonan en Navidad. Que Cristo se apiade de la humanidad.