El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó el 21 de septiembre pasado la revisión de sus pronósticos para 2005 y 2006, en la edición correspondiente a ese mes del informe semestral World Economic Outlook. Esta revisión incluye algunos cambios respecto a las previsiones de abril del presente año y vale la pena hacer algunos comentarios sobre la misma, en particular porque sigue siendo relativamente optimista a pesar de los efectos de los huracanes sobre el precio de los energéticos y de la inevitable corrección de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos.
El FMI anticipa un crecimiento mundial de 4.3 por ciento para 2005, igual que el estimado en abril de este año, pero inferior al 5.1 por ciento registrado en 2004. Esta tendencia es similar al esperado para México, que este año crecerá menos que el anterior. Para 2006, el pronóstico mundial es también de 4.3 por ciento, ligeramente más bajo que el previsto seis meses antes (4.4 por ciento). El documento destaca que la economía global sigue resistiendo todavía sin mayor trastorno los riesgos materializados en años recientes, como brotes epidémicos, desastres naturales y el alza sostenida en los precios del petróleo.
Parte de esa resistencia se explica por la aparición de las dos nuevas potencias emergentes: China e India. Pero también la demanda creciente en esos países, en particular la de China, es responsable de la presión en los precios de varias materias primas, especialmente del petróleo crudo que, de mantenerse en los niveles actuales o superarlos, podrían acabar sumiendo al mundo en una nueva recesión.
Con respecto a los Estados Unidos (EU), el FMI anticipa que su crecimiento en 2005 será de 3.5 por ciento, una décima de punto porcentual menos que lo previsto en abril, y para 2006 se estima que se ubicará en 3.3 por ciento, frente al 3.6 por ciento considerado en abril. Esta previsión no incorpora plenamente los efectos del huracán Katrina, que el FMI anticipa que reducirá el crecimiento anual en cerca de medio punto porcentual, ni los del huracán Rita que ocurrió con posterioridad a la publicación del informe. Sin embargo, recoge las presiones recientes en el mercado petrolero internacional, originadas por el primero de esos huracanes.
En el caso de China, destaca que el FMI supone ahora que su crecimiento económico en el presente año será de 9 por ciento y de 8.2 por ciento para 2006. Es decir, se prevé una ligera desaceleración en la economía china, lo que junto a la pérdida de dinamismo en EU explica el menor crecimiento mundial para el año próximo.
Para todas las economías emergentes y en desarrollo, el FMI anticipa que durante 2005 habrá un crecimiento del 6.4 por ciento, el cual se reduce a 6.1 por ciento en 2006. Destaca que los crecimientos respectivos para América Latina son de 4.1 y 3.8 por ciento, los más bajos dentro de las economías emergentes. Los crecimientos estimados para México están no sólo por debajo de la media de las economías emergentes, sino peor aún, por debajo del promedio latinoamericano tanto para este año, cuando se espera un 3.0 por ciento, como para el próximo, donde el FMI pronostica, hasta cierto punto de manera optimista, una expansión del 3.5 por ciento.
Otros temas que consideran los llamados capítulos analíticos del World Economic Outlook, publicados el 14 de septiembre, son el peligro de los desequilibrios globales, donde destaca lo que el FMI considera una deficiencia de inversión con respecto a la generación de ahorro mundial, en contraste con la idea generalizada de que lo que existe es un exceso de ahorro respecto a la inversión. La diferencia es relevante porque las medidas para corregir el problema son distintas en cada uno de estos casos. Adicionalmente, destacan la magnitud y la tendencia del déficit externo en EU y su financiamiento; la importancia de contar con instituciones que impulsen el crecimiento; y la evidencia, por ahora en un tiempo corto, de que la adopción de metas de inflación no perjudicó el crecimiento económico en varios países.
Para evitar los severos problemas que podrían presentarse ante una corrección desordenada de los desequilibrios globales, el FMI resalta la necesidad de contar con una coordinación global de las políticas económicas. En este sentido, se sugiere la transición gradual en dos direcciones. Primero, la reducción del consumo en los países desarrollados, especialmente en EU, para dar paso a un mayor ahorro y una mayor inversión. Segundo, la corrección de los desequilibrios externos de manera que la demanda se traslade de los países que actualmente tienen déficit hacia los que presentan superávit.
En resumen, con respecto al panorama global que anticipa el FMI, resulta relativamente optimista, pero reconoce el riesgo que representan para la economía mundial los altos precios del petróleo. Éstos podrían acabar frenando el dinamismo actual y complicando la situación de varias economías del planeta. Dentro de los países emergentes, la región de América Latina aparece con las previsiones de crecimiento más bajas.
Los crecimientos pronosticados para México por el FMI, que a la luz de los acontecimientos más recientes pudieran estar sesgados hacia arriba con respecto a lo que será el resultado final, nos colocan casi un punto porcentual menos que el promedio mundial y muy atrás de las economías asiáticas emergentes, debido al poco avance en las reformas estructurales que ayudarían a mejorar nuestro desempeño. Este desempeño tan mediocre no logrará mejorar, de manera sensible, el nivel de vida de los mexicanos. Todos los analisis coinciden en este punto, pero tiene sin cuidado a los legisladores y demás integrantes de nuestra clase política.