A su vez, El papa Benedicto XVI afirma que la búsqueda de la unidad entre la Iglesia católica y otras confesiones cristianas es irreversible.
Ciudad del Vaticano, (EFE).- El Papa dijo hoy que hay muchas naciones y personas que están "muy hartas" de los escarnios de los prepotentes y los soberbios, y abogó por ayudar a quienes sufren el desprecio y humillaciones de los poderosos, y a rezar por ellos.
"Sabemos cómo son muchas las naciones y las personas que están muy hartas de los escarnios de los prepotentes y los soberbios, recemos por ellos, ayudemos a estos humillados", afirmó Benedicto XVI ante más de 32 mil personas que asistieron hoy en la plaza de San Pedro del Vaticano a la audiencia general de los miércoles.
La audiencia se celebró bajo una intensa lluvia intermitente que durante toda la mañana descargó sobre Roma. Ello llevó al Pontífice a abogar, improvisando unas palabras, porque el tiempo mejore y a agradecer a los fieles, "que habéis sufrido la lluvia", su asistencia.
La catequesis de la jornada la dedicó a comentar el Salmo 122 "El pueblo tiene su confianza en el Señor", del que dijo exalta la adhesión del pobre, la esperanza del oprimido y la disponibilidad del justo hacia el Señor.
El Obispo de Roma agregó que el fiel espera que Dios destruya el mal, que sus manos se abran para repartir dones de justicia y de libertad.
"Los fieles, despreciados por los prepotentes y los inmorales, esos que engreídos por su éxito y saciados por su bienestar desafían a Dios violando los derechos de los débiles, tiene necesidad de una intervención divina. Confían en Dios y El no permanece indiferente, no defrauda sus esperanzas", afirmó el Papa.
Benedicto XVI subrayó que Cristo es todo para el hombre: "Si quieres curar una herida El es el médico, si estás oprimido por la iniquidad El es justicia, si necesitas ayuda El es fuerza, si temes la muerte El es vida, si quieres ir al cielo El es el camino, si huyes de las tinieblas es la luz y si buscas comida es alimento", afirmó.
Tras leer la catequesis en italiano resumió el texto en español, francés, alemán e inglés. Después saludó en húngaro, esloveno, lituano y polaco.
A la audiencia asistieron fieles de las parroquias españolas de La Asunción, de Cárcer (Valencia), Cantalejo (Segovia) y de la Asociación Cultural "Dulce Mar", de Madrid.
También estuvo un grupo de sacerdotes del Colegio Mexicano de Roma, fieles de las parroquias de la Candelaria, de Martínez de la Torre; de la Asunción de Tlapacoyan, y de Nuestra Señora de la Piedad, de México; así como peregrinos de Argentina y otros países latinoamericanos.
A todos los invitó a confiad su vida a Dios, "ya que El siempre atiende vuestras súplicas", añadió.
En la misma línea de todos los miércoles, al final de la jornada saludó a numerosos enfermos, cardenales, arzobispos, obispos y fieles en general.
La unidad irreversible
El papa Benedicto XVI afirma que la búsqueda de la unidad entre la Iglesia católica y otras confesiones cristianas es irreversible, pese a los mil de separación entre el Vaticano y la iglesia ortodoxa.
Benedicto efectuó sus declaraciones en un encuentro con el sacerdote Samuel Kobia, líder del Consejo Mundial de Iglesias, una agrupación de más de 300 confesiones cristianas, incluidas la protestante y la ortodoxa.
La Iglesia católica no es parte del grupo, pero coopera con él.
En sus comentarios, Benedicto repitió su promesa de que su "principal tarea" como Papa será trabajar incansablemente para reconstruir la unidad de todos los cristianos con "gestos concretos" y no sólo palabras.
"El compromiso de la Iglesia católica de buscar la unidad cristiana es irreversible", sostuvo el pontífice.
Kobia también destacó la importancia de la unidad, al expresar que la fe "es más efectiva y vibrante cuando se vive junto a Cristo con nuestros hermanos y hermanas".
Kobia destacó su gran aprecio al compromiso de Benedicto con la unidad e invitó al Papa a visitar el Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra.
En una entrevista con la AP antes de la audiencia con el Papa, Kobia declaró que esperaba avances en un área que había enojado a varios miembros protestantes del consejo.
El tema proviene de un documento del 2000 de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, liderada a la sazón por el Papa con el nombre de cardenal Joseph Ratzinger.