El papa Ratzinger subrayó que es importante que la figura de Dios sea visible en las casas y que esté presente en los edificios oficiales a través del crucifijo.
Castel Gandolfo (Italia), (EFE).- El Papa pidió hoy que el crucifijo se mantenga en los edificios oficiales, como un símbolo para poner de manifiesto que "Dios está presente en la vida pública", ya que de no ser así el individuo "pierde la dignidad".
Benedicto XVI presidió hoy la misa por la festividad de la Virgen de la Asunción en la iglesia parroquial de Castel Gandolfo, localidad a una treintena de kilómetros al sur de Roma donde pasa sus vacaciones de verano.
En la homilía el Pontífice reflexionó acerca del hecho de que "donde desaparece Dios el hombre no se convierte en algo más grande, sino que pierde la dignidad" y pasa a ser "el fruto de una evolución ciega".
Aseguró que en la época actual se ha extendido la creencia de que si el ser humano arrincona a Dios y sigue únicamente sus propias ideas y voluntad será "verdaderamente libres, pero eso no ha ocurrido. Sólo si Dios es grande el hombre lo es".
El papa Ratzinger invitó a trasladar esa actitud a la vida cotidiana y fue en este punto cuando subrayó que es importante que la figura de Dios sea visible en las casas públicas y privadas y que esté presente en los edificios oficiales a través del crucifijo.
De esta manera entró en un debate que se ha producido en numerosos países y que en el caso de Italia, donde la influencia Vaticana es notable en la vida política, ha tenido incluso una vertiente judicial.
Oficialmente un país laico, como establece la Constitución, en Italia se pueden todavía el crucifijo ver en numerosos edificios públicos y, en concreto, en muchas escuelas estatales, aunque las clases de religión no son obligatorias.
En 2003 se suscitó una fuerte polémica cuando el dirigente de una comunidad islámica pidió judicialmente la retirada de ese símbolo cristiano de una escuela pública en la que estudiaban sus hijos en Ofena (centro).
Un juez de primera instancia le dio la razón pero el funcionario que debía ejecutar la resolución judicial se negó a hacerlo y la alcaldesa de Ofena cerró provisionalmente el colegio para impedir que se llevara a cabo la sentencia mientras se presentaba el correspondiente recurso, que aún sigue su trámite.
Los abogados del Estado, que representaban al Ministerio de Educación, sacaron a relucir dos decretos de 1924 y 1928 que justifican la exhibición de crucifijos.
Con posterioridad, a finales de diciembre pasado, el Tribunal Constitucional se negó incluso a considerar, por "inadmisible", una petición de un juzgado regional en favor de la retirada de los crucifijos de las escuelas.
Benedicto XVI ha seguido hoy la línea tradicional vaticana, que llevó ya a su antecesor, Juan Pablo II, a expresar públicamente que "el reconocimiento del específico patrimonio religioso de una sociedad requiere el de los símbolos que lo identifican", justo en los días de la famosa polémica por la sentencia judicial.
También el diario de la Santa Sede "L'Osservatore Romano" criticó aquella "absurda y ofensiva" resolución y recordó entonces: "a los cristianos nos pueden quitar muchas cosas, pero la Cruz, como símbolo de salvación, no nos la quitará nadie. No permitiremos que sea excluida la vida pública".