Durango

Pide le devuelvana hijo arrebatado

Con engaños y mentiras le despojan de su heredero hace 11 años

Por más de diez años, la señora Rosa Osorno Vargas ha peleado para que le devuelvan a su hijo Jesús David, el cual le fue arrebatado con mentiras y ahora tiene 11 años y se encuentra en la Casa Hogar del DIF Estatal.

El Siglo de Durango acudió a platicar sobre este problema con la señora, pues recurrió a este medio de comunicación como una última esperanza para recuperar a su hijo, ya que las autoridades no han podido hacer nada y ha tenido que vender su patrimonio para pagar trámites y sobornos de los que nunca obtuvo resultados.

Todo empezó con el desalojo de la colonia José Ángel Leal, hace aproximadamente 12 años; la señora Rosa recibió un balazo en la columna que la dejó en estado vegetativo por unos meses, cuando ella tenía un mes y medio de embarazo.

La señora Rosa comenta que en ese tiempo no se podía mover, no sentía nada; aun así, llevó el embarazo a sus últimas consecuencias, a pesar de las recomendaciones de los médicos, quienes le insistían que abortara.

Pero su amor de madre la obligó a correr el riesgo, así que a los siete meses de hospitalización decidieron sacar al niño; el 8 de marzo de 1994 nació Jesús David, pero como fue prematuro permaneció dos meses en la incubadora.

Una señora amablemente se ofreció a cuidar el niño, ya que en ese tiempo Rosa Osorno no tenía ningún movimiento; narra que poco a poco empezó a comer, primero con gotero, después con mamila y papillas, hasta que recuperó el habla y el movimiento de sus manos.

Después de varios meses la amiga de la familia decidió regresarle al niño, pues se estaba encariñando con él; fue cuando otra persona, la señora Aurora Sarmiento, se acercó a la casa y prometió cuidar al niño mientras la señora Rosa seguía con su rehabilitación.

Aurora Sarmiento argumentó a la familia que ella nunca había podido tener hijos y que en el tiempo que lo cuidara lo trataría como si fuera propio.

El esposo de la señora Rosa, Carmelo Gaspar, aceptó la ayuda con la condición de que el niño fuera llevado todos los días a su casa, trato que la señora Aurora cumplió por una semana, pues a la siguiente lo llevó cada dos días y después cada semana.

Recuperación

Después de que la señora recuperó el habla y el movimiento de sus manos, le pidió a la señora Aurora Sarmiento que le devolviera a su hijo, pues ella ya estaba en condiciones de mantenerlo y cuidarlo.

Ella atendía una frutería y varias casas en la José Ángel Leal, pues con eso sostenía a sus cuatro hijos; sin embargo, Aurora Sarmiento, con el pretexto de que mantuvo al niño, lo pidió prestado por un tiempo, para que el pequeño fuera aprendiendo a caminar y hacer sus necesidades fisiológicas por sí mismo, solicitud a la que accedieron los padres.

Como cada semana se lo llevaba a su casa, la señora Rosa vio cómo el niño aprendió a caminar después de un año. La señora volvió a solicitarle que le regresara a su hijo, pero fue inútil.

Después de la insistencia, convenció a la señora Aurora de que el pequeño regresara a su casa, con la condición de que ahora sería ella quien lo vería los fines de semana, situación que la señora Sarmiento estudió para quitarle completamente al niño, expresó la madre desconsolada.

Con impotencia comenta la señora Rosa que fue espiada por amistades de Aurora Sarmiento. Por un descuido, el pequeño José David se cayó y resultó con varios golpes en la cara que no fueron de gravedad.

En el fin de semana que le tocaba estar con Aurora Sarmiento, aprovechó la coyuntura para llevarse al niño a Santiago Papasquiaro, para registrarlo a su nombre y después puso una demanda, pero no de manera personal, sino por encargo de la señora Rosa Osorno.

El esposo de Rosa Osorno fue llamado a la mesa número 15 de la Dirección de Averiguaciones Previas (DAP), en donde se le acusó de golpear a sus hijos con varios objetos y de que era drogadicto y alcohólico.

Expresó Rosa Osorno que su esposo Carmelo recibió varios golpes y amenazas; allí en aquel tiempo (hace aproximadamente ocho años) le pidieron 15 mil pesos para salir del problema.

Las autoridades tenían solamente como pretexto los golpes de la caída de Jesús David; sin embargo, los tres niños, excepto el menor, fueron llevados a la Casa Hogar del DIF.

Los pequeños se mantuvieron allí varias semanas hasta que por falta de pruebas los dejaron ir; sin embargo, al hijo mayor le hicieron firmar por la fuerza un documento en donde afirmaba que su padre lo golpeaba.

Carmelo fue a dar al Centro de Rehabilitación Social (Cereso) No. 1, por lo que la señora se vio obligada a vender una parte de sus bienes (casas y camionetas que tenían del negocio) para pagar la fianza de 20 mil pesos.

La familia Gaspar Osorno vivió prácticamente en la calle; por ignorancia, no supieron cómo continuar el caso. Así se mantuvieron dos años, mientras el niño fue regresado a la Casa Hogar.

Carmelo Gaspar perdió la patria potestad del pequeño, no así la madre, que poco podía hacer para visitar a su hijo en las condiciones en que se encontraba, pues carecía de dinero para pagar un taxi y acudir al albergue, por lo que sus hermanos continuaron con las visitas, tiempo que aprovechaban para hablarle de sus padres.

El caso fue a dar nuevamente a los tribunales, en donde la señora tuvo varias audiencias; los abogados no supieron llevar el caso, por lo que pidieron 15 mil pesos para sobornar al juez y que la resolución saliera en su favor, pero éste en su momento ascendió a magistrado y ya no pudo llevar el caso, por lo que empezaron nuevamente las audiencias, los trámites y los gastos.

Poco a poco se fueron gastando el dinero de la reserva, y así un buen día ya no continuaron las audiencias, dejando el caso atrás. El instinto de madre nunca la dejó y recibía informes sobre quiénes visitaban a su hijo y qué pasaba en la Casa Hogar con su vástago.

La señora Aurora Sarmiento lo seguía visitando y, poco a poco, comenta la señora Rosa, fue llenándolo de mentiras.

El paso del tiempo

Así transcurrieron los años, hasta abril de este 2005, en donde se dieron movimientos en el DIF Estatal y a la casa de la señora Rosa acudió Carmen Contreras Ayala, servidora pública de esta instancia, en compañía de Aurora Sarmiento y su abogada.

La funcionaria del DIF comentó a la señora Rosa que se tenía que resolver el caso, por lo que mencionó ?que ya lo pasado, pasado y que todo quedaría atrás?, que su hijo iba a regresar con ella si el niño lo quería y si no, ella firmaría un documento para que el menor fuera dado en adopción.

La señora aceptó el trato con la condición de que la señora Aurora no siguiera visitando a su hijo; Jesús David, después de muchos años, volvió a ver a su verdadera madre, padre y hermanos, y convivió con ella en presencia de un psicólogo que no la dejaba. La madre le pedía un abrazo a su hijo, solicitud a la que el pequeño respondió.

Las visitas se siguieron realizando, pero fallaron en algunos días; dijo que los psicólogos y los acompañantes sujetaban al niño para que no se soltara y fuera con su madre. En muchas ocasiones hasta esas personas respondían por él, expresó.

Así era muy difícil que se llegara a tener una relación; sus hermanos han sido los que más lo han tratado y cuenta que la señora Aurora lo ha seguido visitando, faltando a lo acordado por la funcionaria.

Después de esto la señora Rosa se decepcionó, por lo que hace dos semanas no acude a la Casa Hogar a visitar a su hijo.

Todo ha influido: la señora se quedó sin silla de ruedas, y sin este medio de trasportación es muy difícil; además, lamenta que los taxis no quieren llevarla, aunado a que el gasto es mucho, ya que un viaje le cuesta hasta 100 pesos.

Con lágrimas en los ojos, asegura que quiere recuperar a su hijo y sabe que poco a poco se ganará su cariño, pero advierte que las mismas autoridades se han encargado de alejar al menor de ella.

Por ello, hace un llamado a Gabriela López de Hernández, presidenta del DIF Estatal, para que revise su caso y le devuelvan a su hijo; expresa que siente desconfianza de muchas personas que están en el DIF, por lo que mantiene sus esperanzas en que esta denuncia a través de El Siglo de Durango le ayude a lograr su propósito.

Finalmente, con desesperación comenta que su hijo manifiesta que no está a gusto con en su familia; sin embargo, está dispuesta a darlo en adopción, pero no a la señora Aurora Sarmiento, que le quitó a su vástago y la hizo recorrer un calvario por más de diez años.

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