Pedro Aguirre, presidente de la Fundación por la socialdemocracia para las Américas, dirigió un breve y cáustico mensaje a Dante Delgado, líder del partido Convergencia, al que pertenece esa Fundación: “Tengo una duda: ¿cuánto dinero del que por Ley le corresponde a la Fundación por la socialdemocracia en las Américas para la difusión de las ideas progresistas en México, y que Convergencia se ha negado sistemáticamente a otorgar desde hace dos años, piensa usted invertir en apoyo a la campaña de la derecha en el Estado de México?”. Aguirre es un politólogo -antaño miembro del equipo de asesores de José Woldenberg, en el IFE- que ha conducido el órgano con que Convergencia cumple obligaciones establecidas a los partidos y que el PRI atiende con la Fundación Colosio, el PAN con la Rafael Hernández Preciado y el PRD con el Instituto de Estudios de la Revolución Democrática. Su inconformidad con el trato que la fundación recibe del partido no es nueva, pero aflora hoy con motivo de la más reciente alianza pactada por Convergencia: con el PAN en el Estado de México, para sostener la candidatura de Rubén Mendoza Ayala, que como Delgado fue miembro del PRI. Como su nombre lo indica, el eje de la actividad del partido dantista es la participación en coaliciones. Casi nunca ha ido a solas en una elección local, y en el ámbito federal después de formar parte de la Alianza por México en 2000, lo que le aseguró el registro en su debut, en 2003 apenas consiguió sobrepasar el mínimo requerido por la Ley, por lo cual tiene la bancada más chica de la Cámara de Diputados, cinco miembros. Su tamaño es menor aun, en realidad, si se considera que dos de los legisladores que la integran forman parte de Cruzada por la democracia, una agrupación política nacional con que se alió Convergencia. Hasta hace poco, Convergencia se había coaligado sólo con el PRD. Y si resultó entonces aliado también del PAN ello ocurrió como parte de una plataforma más amplia de partidos que incluía también al perredismo. Ese fue el caso de Oaxaca, donde los tres partidos postularon a Gabino Cue, en pos de la gubernatura que finalmente obtuvo Ulises Ruiz. Simultáneamente, Convergencia y el PRD actuaban unidos en Veracruz, donde postularon al propio Dante Delgado, que se enfrentó al candidato priista Fidel Herrera, que resultó triunfador, y también al del PAN, el senador Gerardo Buganza. Actuaron también juntos, en oposición a candidatos panistas, en Tlaxcala, Guerrero, Baja California Sur y Quintana Roo. En Hidalgo intentaron hacerlo, pero a la postre se produjo una contrahechura: no se confirmó la coalición en la contienda para elegir gobernador y aunque Convergencia no presentó candidatos a diputados de mayoría, ganó dos de representación proporcional en la lista del PRD. Las coaliciones con el PRD han producido resultado variopinto a Convergencia. Difícilmente puede decirse donde su alianza triunfó (Guerrero y Baja California Sur), que el partido de Dante Delgado haya ofrecido al PRD los votos necesarios para tal desenlace. Al contrario, por la fuerza local de este partido o sus candidatos puede conjeturarse que lo mismo habría ganado sin Convergencia. De cualquier modo, y en ejercicio de su versatilidad definitoria, el dantismo ha empezado a sostener relaciones con el PAN. Lo hizo sin fortuna en Quintana Roo, sosteniendo la candidatura de la senadora Addy Joaquín Coldwell, que para ese efecto salió del PRI. Y lo hará, con mejores expectativas, en el Estado de México, por lo cual recibió el reproche de Pedro Aguirre. La fundación encabezada por éste debió recibir en los años aludidos unos cuatro millones de pesos, el dos por ciento del financiamiento público recibido por Convergencia. La obligación de aportar ese porcentaje aparece en la abigarrada estructura del Artículo 49 (7, a, VIII) del Código Federal Electoral. Antes del tirón de orejas de Aguirre a Delgado, se había manifestado en contra de esa coalición Jesús Martínez Álvarez, ex gobernador interino de Oaxaca que fue secretario general de Convergencia y encabeza ahora su grupo parlamentario. Se opuso alegando que “no podemos seguir confundiendo al electorado con alianzas que desdibujan o pueden distorsionar ante los electores los principios que sustentan nuestro desempeño político”. Para colmo, al anunciar que su candidatura entra en receso, Jorge G. Castañeda presionó a Convergencia a apoyarlo. Después de que Delgado le dijo que el partido tomará sus decisiones cuando convenga a sus intereses, y no a los de Castañeda, este insistió en su reclamo de oportunidad, al grado de sentenciar que “mañana será demasiado tarde”. Explicó: “Nos acercamos a Convergencia para iniciar un diálogo que me permitiera ser su candidato en las elecciones presidenciales de 2006. Hemos trabajado juntos para construir propuestas comunes a partir de sus documentos y nuestras Ideas del Cambio. El viernes 11 de marzo enviamos a la dirección nacional de Convergencia la documentación que responde a los requisitos señalados en las bases para la nominación de su candidatura presidencial... “Toca ahora a las instancias dirigentes del partido tomar una decisión en el corto plazo. Hemos señalado la urgencia de acelerar el proceso de decisión porque una candidatura ciudadana competitiva necesita más tiempo que los partidos políticos convencionales” Y al convocar a que, como él, otros asuman sus tareas, sentencia: “Cada cual será responsable ante México de las secuelas”.