Como en los viejos tiempos, como siempre, el PRI practicó en Hidalgo la política de carro completo. Obtuvo los 19 cargos en disputa en la elección del domingo pasado. Miguel Ángel Osorio Chong recibe hoy la constancia de mayoría que, salvo impugnaciones judiciales ya anunciadas le permitirá tomar posesión de la gubernatura el primero de abril próximo. Por su parte, los 18 candidatos de ese partido (dos a solas y 16 en alianza con el PVEM) recibieron anteayer semejante constancia de mayoría.
La oposición entrará en la legislatura local, como de costumbre, sólo por la vía de la representación proporcional. Será una presencia exigua, poco eficaz y manejable y aun adquirible desde el Ejecutivo, tal como ha ocurrido hasta ahora.
Puede saberse desde ahora que encabezará la mayoría priista y por lo tanto controlará el Congreso local un miembro de la tercera generación de la familia Rojo. José Antonio Rojo García de Alba es hijo de Jorge Rojo Lugo y nieto de Javier Rojo Gómez. Gobernadores ambos, ninguno ejerció completo su periodo: don Javier porque meses antes de concluir su cuatrienio iniciado en 1937 fue designado jefe del Departamento del Distrito Federal por el presidente Ávila Camacho. Y Rojo Lugo porque durante año y medio, a la mitad de su sexenio, fue secretario de la Reforma Agraria bajo López Portillo.
Como parte del grupo que ha dominado la política hidalguense durante casi setenta años, Rojo García de Alba figuró como precandidato a la gubernatura. Pero joven aún se permitió esperar y con su familia, dejó que el gobernador Manuel Ángel Núñez sacara avante a su favorito, Osorio Chong. Salió de su cargo en el gabinete local, donde era secretario de desarrollo social y asumió la presidencia estatal del PRI, que ahora ocupa Gerardo Sosa, un ya curtido aspirante a la gubernatura que a la cabeza de su grupo, denominado Sosa Nostra, ha alcanzado jugosos premios de consolación.
Rojo García de Alba se presentó como candidato a diputado en el décimo distrito, una comarca serrana con cabecera en Tenango de Doria, donde se asientan algunas de las comunidades más pobres del Estado y del país.
Es probable que precisamente por eso haya sido postulado allí, pues el PRI mantiene su dominio no extirpando la miseria sino explotando clientelarmente a quienes la padecen. No accedió a aliarse con el Verde, obtuvo 16, 383 votos (apenas poco más de la mitad del total, 50.53 por ciento) y de ese modo aseguró su curul. Evitó que le ocurriera lo que hace tres años: era el primero en la lista de los candidatos plurinominales pero el carro completo de entonces, el triunfo de su partido en los 18 distritos le impidió entrar en la legislatura por esa vía.
Esa misma dolencia padeció esta vez Mauricio Rossell, ex diputado federal que no obstante presidir la delegación hidalguense de la Fundación Colosio fue relegado al tercer lugar en dicha lista.
Ganó también su elección por mayoría, postulado por la coalición tetracolor (del tricolor y el verde) Julio Menchaca. Como evidencia del autoritarismo imperante en el Estado, fue designado presidente del Tribunal Superior de Justicia sin la trayectoria pertinente. Sometido al gobernador por esa circunstancia y sin conciencia de la relevancia de encabezar un poder, el Judicial, que debía hacer resplandecer su dignidad, accedió a jugar el juego de una fingida contienda interna: fue usado como precandidato, mientras ejercía sus funciones jurisdiccionales y se premió su oportuna declinación con una curul obtenida cómodamente, si bien apenas sobrepasó el 50 por ciento de los votos.
Fue mayor la holgura con que ganó la mayoría el candidato a gobernador. Dependiente de quien fue su jefe y será su antecesor y condicionado a que su campaña fuera coordinada por Sosa, quien fue su rival derrotado, en la víspera misma de recibir el documento que acredita su triunfo se quiso dejar en claro a Osorio Chong su fragilidad. Al cabo de una investigación periodística que sin duda contó con la colaboración de autoridades universitarias (sometidas a su vez a la Sosa Nostra) se exhibió el falso certificado de estudios del candidato victorioso.
No es que, como Fausto Alzati en su momento, Osorio Chong se ostentara con un grado académico que no alcanzó. Es mucho peor: recibió o mandó fabricar un certificado que no está avalado por el expediente escolar respectivo. Juan Veledíaz, un reportero especializado en indagaciones documentales, tuvo acceso al expediente escolar de Osorio Chong. Allí se advierte que sólo cursó cinco de los nueve semestres de la licenciatura en derecho impartida en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
No sólo eso. Para titularse, conforme a una de las modalidades vigentes en esa institución, Osorio informa haber cursado una especialización de un año, en administración de personal. Mas ocurre que de hacerlo, lo hizo en 1995, nueve años después de la conclusión de su quinto y último semestre y sin haber concluido la carrera, siendo que el plazo para la titulación por esa vía es de sólo dos tras la finalización de los estudios.
Por añadidura, no figura en ninguna acta de calificaciones de la especialización. Ni lo recuerdan como estudiante quienes efectivamente acreditaron esa etapa académica. Sí consta que, por haberla concluido, el cinco de octubre de 2000 se le reconoció como licenciado en derecho.
Pero firmaba como tal desde la secretaría de Gobierno, ya el año anterior ( El Universal, 24 de febrero).