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Plaza pública/Medina líder

Miguel Ángel Granados Chapa

Si las apariencias no engañan, Carlos Medina Plascencia se convertirá mañana en presidente del comité nacional del PAN. Será el decimoquinto jefe nacional -así se le llamó originalmente- elegido a partir de 1939. El fundador, Manuel Gómez Morín, permaneció a la cabeza del partido una década, hasta 1949 (Diez años en la vida de México se titula el volumen que recogió sus informes).

En contraste, Efraín González Morfín (hijo del otro fundador, Efraín González Luna), lo encabezó sólo un año, en 1975. Manuel González Hinojosa fue elegido dos veces, en periodos separados (1969-72, y 75-78). Fueron reelegidos, Juan Gutiérrez Lascuráin (1949-1956), Adolfo Christlieb Ibarrola (62-68, que no terminó su segundo periodo), Abel Vicencio Tovar (78-84), Luis H. Álvarez (87-93) y Luis Felipe Bravo Mena (99-05). Cumplieron sólo un trienio, Alfonso Ituarte Servín (56-59), José González Torres (59-62), Pablo Emilio Madero (84-87), Carlos Castillo Peraza (93-96) y Felipe Calderón (96-99). Hubo dos interinos: Ignacio Limón Maurer (68-69) y Raúl González Schmall (1975).

Medina Plascencia entró tarde a la contienda en que triunfará mañana. Trocó su aspiración presidencial, en que se empeñaba sin buenos resultados, por una candidatura que pretendió ser de unidad pero que no consiguió ni el apoyo de todos los presidenciables (Santiago Creel se abstuvo de expresarlo) ni la declinación del resto de los precandidatos. Sólo se retiró, para dejar su espacio al ex gobernador de Guanajuato, el coordinador adjunto de la bancada en San Lázaro, Germán Martínez, que recibirá en canje la supresión del adjetivo a su cargo.

Permanecieron en la liza Manuel Espino, Juan José Rodríguez Pratts y Alejandro Zapata Perogordo. Nadie se sorprenderá si los no muchos votos que este último alcance en la ronda inicial, mañana, se incorporen a su pedido y de inmediato, a los que obtenga Medina Plascencia, si éste no resulta elegido en el primer turno de votación.

Si fueran priistas, diríamos que se practicó la cargada en la conversión de Medina Plascencia de aspirante presidencial en candidato a dirigir el PAN. A su lanzamiento, concertado por Felipe Calderón, acudieron además de este mismo, los presidenciables Francisco Barrio y Alberto Cárdenas y los secretarios de Estado Josefina Vázquez Mota, Javier Usabiaga, Rodolfo Elizondo y Fernando Canales, el coordinador de políticas públicas de Los Pinos, Eduardo Sojo y los gobernadores de Yucatán, Jalisco y Guanajuato.

Si esas presencias, traducidas en apoyo de los consejeros cercanos a cada uno de esos dirigentes, no hicieran presidente a Medina Plascencia, el resultado hablaría de una extraordinaria carencia de liderazgo de esos miembros de la plana mayor panista.

La anticipable victoria de Medina Plascencia, sin embargo, se explica también por defoult, por alguna deficiencia en la elegibilidad de sus antagonistas. Manuel Espino reunirá un buen número de votos, porque sus funciones como delegado del partido en Chihuahua y Sonora y como secretario general, lo pusieron en comunicación con los cuadros de dirección local en todo el país, de los que el consejo nacional es una suerte de compendio. Pero ha sido señalado como un factor que derechizaría al PAN, como si el partido no estuviera ya en esa posición (que se busca disimular con una prédica centrista que no impide que la nave escore hacia aquel lado).

Espino se divierte aceptando o rechazando su pertenencia a El Yunque, la organización secreta de ultraderecha que, según la investigación de Álvaro Delgado, domina hoy a ese partido y a la cúpula gubernamental.

Pero no sería una tacha doctrinal la que impida el ascenso de Espino, sino su osadía de cuestionar la aspiración presidencial de la primera dama, antes de que Alfonso Durazo la denunciara el año pasado y la forzara a inhibirse.

Por ese motivo no ha sido extravagante la hipótesis de que la acusación de ser espía del narcotráfico, asestada a Nahum Acosta Lugo haya sido en realidad una trampa contra Espino, con quien el acusado trabajó en Los Pinos cuando el aspirante a encabezar el PAN fue coordinador de giras presidenciales.

Por lo pronto hace ya un mes que Acosta Lugo permanece ilegalmente privado de la libertad, dizque arraigado, sin que la PGR pueda solicitar orden de aprehensión en su contra.

Juan José Rodríguez Pratts sería un magnífico dirigente del PAN de no haber sido durante casi veinte años miembro del PRI. Cumplió ya diez en el partido que, como él reconoce, le abrió los brazos generosamente en 1994 y cobijó inmediatamente su ilusión de ser candidato al Gobierno de Tabasco. Con el ardor del converso, Rodríguez Pratts es doctrinalmente más panista que muchos miembros de ese partido que militan en él desde siempre.

Pero si bien el panismo no ha cerrado sus puertas a ex priistas -Héctor Ortiz, flamante gobernador de Tlaxcala, es el más reciente ejemplo de esa apertura-, lo cierto es que culturalmente todavía no está listo para elegir a un extraño en su presidencia.

Ocurre lo contrario en el PRD, por que es un partido menos antiguo y porque una de sus raíces es el priismo inconforme. Cuando sea elegido Leonel Cota el 20 de este mes, serán ya seis los ex priistas en esa posición, contra tres que no pertenecieron al Tricolor.

Medina Plascencia intentó hace tres años presidir el PAN, pero Bravo Mena obtuvo su reelección. Lo reemplazará ahora para la delicada coyuntura de escoger un candidato presidencial que mantenga en el poder a ese partido.

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