Tal como ha ocurrido repetidamente en las elecciones capitalinas (locales o federales), podría ser que el PRI terminara en tercer lugar en la contienda presidencial del año próximo. Así lo sugieren diversos estudios de opinión pública y la temerosa percepción de priístas contrarios a Roberto Madrazo que por ello, y para evitar una derrota de esa magnitud demandan su sustitución como candidato tricolor.
Una dolencia adicional atosiga a esos integrantes del Aucom (Algunos unidos contra Madrazo), que es la imposibilidad de construir, a estas alturas de la competencia, una expectativa mejor o menos mala que la del ex gobernador de Tabasco. Será un pésimo abanderado del PRI, sostienen políticos como el gobernador de Sonora Eduardo Bours, pero difícilmente una alternativa mejor tendría ahora viabilidad.
Pero vengamos a los números recientes. Covarrubias y asociados dio a conocer el jueves pasado las cifras de la segunda encuesta de preferencias electorales que le fue encargada por las redes ciudadanas organizadas en torno de Andrés Manuel López Obrador, y cuyos resultados se publicaron más tarde con la firma de la asociación civil Uniendo esperanzas. López Obrador aparece con 42 por ciento de la intención de voto, dos por ciento arriba de lo expresado en la primera medición de ese carácter, realizada dos meses atrás.
Lo notable, más todavía que la enorme diferencia entre el ex jefe de Gobierno capitalino y sus dos competidores más cercanos, es que Roberto Madrazo aparece en el tercer lugar, sólo un punto por debajo de Felipe Calderón, pero inequívocamente abajo. En agosto Madrazo aparecía en segundo lugar con 25 por ciento y en octubre su 21 por ciento lo colocó en la tercera posición. El candidato panista, que en agosto parecía ser Santiago Creel, estaba en la última posición (de las tres medidas en estos ejercicios) con veinte por ciento, y ahora Calderón figuró en segundo sitio con 22 por ciento.
Cuarenta y ocho horas después Reforma ofreció los resultados de un nuevo sondeo. En una primera impresión sus datos corregirían los de la encuesta de Covarrubias y Asociados, pues si bien López Obrador aparece en el primer lugar, la distancia que lo separa de sus adversarios es menor, y es Madrazo y no Calderón quien se coloca en el segundo lugar. El aspirante perredista tiene 36 por ciento de las intenciones de voto, mientras que su paisano y persistente antagonista se ubica a sólo cinco puntos de distancia, con 31 por ciento, y Calderón debuta con una posición no lejana, de 27 por ciento. Pero cuando el sondeo de Reforma entró a medir calificaciones, Madrazo aparece consistentemente en el último lugar.
¿Qué tan capaz es cada uno de los siguientes candidatos para reducir la pobreza?, se preguntó, y entonces las capacidades de López Obrador crecieron al paso que se achicaron las de Madrazo. En esa pregunta los interrogados respondieron que el más capaz es el ex jefe de Gobierno capitalino, con 47 por ciento, muy distante del 32 por ciento de Calderón y el 29 por ciento de Madrazo. Y lo mismo en cuanto a capacidad de manejo de la economía (52, 41 y 35 por ciento, respectivamente) y en su aptitud para reducir el crimen y la inseguridad: 47, 35 y 31 por ciento.
En otra perspectiva esa escala se reproduce también: ¿qué tan honesto es cada uno de los siguientes candidatos?, se preguntó, y 47 por ciento repuso que López Obrador es muy o algo honesto, mientras que en esas categorías 34 por ciento habló de Calderón y 27 por ciento de Madrazo. En contraste, medidas las opciones por partidos hay casi un empate entre el PRI, que figura en el primer lugar con 33 por ciento, y el PAN, con 32 por ciento, mientras que el PRD va a la zaga con 24 por ciento.
Tal vez cifras como esa alientan a los antimadracistas a persistir en su combate contra el ahora precandidato de su partido, suponiendo que otro aspirante haría coincidir la expectativa partidaria con la referida a la persona que abandere al tricolor. Es remota la posibilidad de que Madrazo ceda a las presiones de sus adversarios y retire su precandidatura, y estando vigente esta y la de Everardo Moreno no hay más que llegar a la elección del 13 de noviembre, en que Madrazo formalizaría su pretensión. Todavía hay ilusos que suponen posible reemplazarlo durante la campaña constitucional, mediante el establecido mecanismo de sustitución de candidato, que salvo el caso de muerte, requiere la voluntad del reemplazado.
Y lo último que haría Madrazo es abandonar una contienda que para entonces habría ganado con el voto de sus correligionarios y simpatizantes, es decir estaría enteramente legitimada. Debe recordarse la capacidad de Madrazo para resistir presiones, no las de ahora que son hasta risibles, sino las muy serias aunque no muy vigorosas con que el presidente Zedillo pretendió desplazarlo de la gubernatura de Tabasco hace más de diez años.
Persuadido Zedillo de que Madrazo había ganado el Gobierno de su estado a la mala, dispuso su destitución a la usanza del presidencialismo exacerbado. Pero Madrazo no se dejó y aún obtuvo que Zedillo le alzara la mano meses después del intento de derrocamiento, y augurara, lo que correspondió con los hechos, que ambos gobernarían hasta el año 2000. Los antimadracistas podrían intentar desplazar a Madrazo por la vía de la coalición con el Partido Verde, en que Bernardo de la Garza mostrara en una encuesta contar con mayor asentimiento que Madrazo. Pero imaginarlo es tener mucha imaginación y tiempo que perder.