Anteayer comenzó a funcionar la Universidad Politécnica Francisco I. Madero, aledaña a Tepatepec, en el municipio hidalguense que lleva el nombre del héroe revolucionario. Se propone formar ingenieros en agroindustria y agrotecnología.
La apertura de un centro de enseñanza dedicado a preparar profesionales que encaren problemas de la región sería de suyo una buena noticia. Pero ésta no lo es porque la nueva institución se erige sobre los escombros de la escuela normal rural de El Mexe, que durante más de siete décadas preparó a profesores dedicados (o que debieron ser empleados con ese propósito) a la enseñanza en comunidades campesinas, y que fue destruida por el Gobierno Estatal que concluyó sus funciones en marzo pasado.
En octubre de 2003 fue clausurado el internado de la normal y dispersos sus estudiantes, a los que se engañó con el señuelo de pagarles dos mil pesos cada mes para su sostenimiento fuera del plantel, pero a los cuales se canceló su proyecto de vida. Por esos días escribí que ése y otros conflictos se desarrollaban “ante la ausencia permanente del gobernador, que padece la alucinación de querer gobernar al país cuando le ha sido imposible hacerlo en Hidalgo”.
Casi dos años después está probado que las pretensiones presidenciales de Manuel Ángel Núñez eran un delirio, que resultó muy costoso a los hidalguenses, pues deseoso de figurar en la escena nacional el entonces gobernador echó la casa por la ventana, endeudó por primera vez a la entidad y desatendió temas cruciales. Algunos de ellos, como el de El Mexe, sólo han podido encauzarse en la presente administración que casi cumple cinco meses.
Para apoyar la ensoñación presidencial del gobernador Núñez, los empresarios a quienes su Gobierno privilegió, especialmente los dueños del equipo local de futbol, beneficiarios de un proyecto que se convertirá en elefante blanco pues se fincó en diversos engaños, constituyeron el grupo ProMan, con base en la sigla del gobernador, a quien gustaban de ver como El Hombre.
Eran puras ilusiones, ni siquiera cálculo pragmático. Cuando hace dos semanas fue elegido el candidato de Unidad Democrática, quedó claro que Núñez carecía de presencia nacional (pues la que seis años atrás tuvo para ser gobernador de Hidalgo le fue fabricada a gran costo, tanto en el proceso interno del PRI como en la elección constitucional).
Librado a sus propias fuerzas, quedó reducido a la nada. En vísperas de que se conocieran los resultados de la combinación de consultas utilizada para determinar el candidato del Tucom, Reforma publicó su propia encuesta, que medía dos preferencias, las referidas a los miembros de ese grupo antagónico a Roberto Madrazo y las que incluían también a éste. En síntesis, los resultados fueron los siguientes: en la primera comparación, Arturo Montiel alcanzó el primer lugar, con 30 por ciento; Enrique Jackson el segundo, con 27 por ciento: Tomás Yarrington el tercero, con 14: Enrique Martínez el cuarto, con diez por ciento y en un distante último lugar, con sólo tres por ciento, el ex gobernador de Hidalgo.
Le fue peor cuando se incluyó a Madrazo. Éste obtuvo 30 por ciento, Montiel 20, Jackson 16, Yarrington 11, Martínez nueve y Núñez uno por ciento. No se conocen las cifras de las consultas organizadas por el Tucom con tres empresas encuestadoras, bajo la supervisión de Transparencia Mexicana. Todo el mundo se avino a los resultados, admitidos con entusiasmo escolar por Núñez, que alzaba gozoso el brazo de triunfador a Montiel.
Tal vez su júbilo fue producido porque los números que le tocaron fueron mejores de lo que él mismo esperaba. Se ha conocido extraoficialmente que la combinación de una encuesta abierta a población en general, una consulta a público escogido, respondida por la mitad de los convocados (yo no pude contestar porque me hallaba fuera del país) y la autocalificación del grupo, produjo la siguiente tabla: Montiel, 42 puntos; Jackson, 25; Martínez, 17; Yarrington diez, y Núñez 1.8. En rigor estricto, esos números no sorprendieron a nadie. Las encuestas situaron siempre a Núñez en el último lugar, siempre bajo el diez por ciento, aun en la época en que se incluía en la propaganda turística como si fuera uno de los atractivos de Hidalgo.
Si en un resquicio de sus sueños había lugar para el pragmatismo y esperaba encontrar algún premio de consolación, es claro que los resultados lo alejan de toda posibilidad electoral futura. Difícilmente podría ser candidato a senador porque ese puesto lo quiere para sí Gerardo Sosa, a quien Núñez hizo líder estatal del PRI, y a quien no osaría enfrentarse desprovisto ya de la autoridad formal que da la gubernatura.
Núñez pretendió cerrar la normal de El Mexe desde el comienzo de su administración. Suscitó la resistencia de los estudiantes que el 19 de febrero de 2000 estuvieron a un paso de cometer una atrocidad, pues retuvieron a 64 agentes policiacos estatales enviados contra ellas. Amenazaron prenderles fuego, como finalmente hicieron con vehículos en una nueva movilización, en agosto de 2003. Como se aprecia por esos escuetos datos, la decisión de suprimir la normal de El Mexe enfrentó a dos nociones violentas de la vida pública, menos disculpable la del gobernador que la de los muchachos que finalmente quedaron sin opción educativa hasta que ahora ha abierto sus puertas la Universidad politécnica, a la que es deseable mejor suerte que la padecida por la institución antecesora, sobre cuyas ruinas se alza.