Ríos Galeana
Fue recibido en la penitenciaría hidalguense el tres de septiembre de 1981, junto a su cómplice García Chávez y su amasia (como no deja de llamar El Sol de Hidalgo a las amantes de los pobres y de los criminales) Yadira Berber Ocampo, cuyo apellido, quizá a modo de homenaje amoroso, era utilizado por Ríos Galeana como apelativo artístico, cuando cantaba. Se les abrió la causa 194/81, en el juzgado segundo penal.
Como Perches, el personaje de Luis Spota en Lo de antes, y como tantos otros en la realidad, Alfredo Ríos Galeana se hizo delincuente profesional por la presión policiaca. Detenido por primera vez en 1974, agentes del servicio secreto de la Ciudad de México lo dejaron en libertad a condición de que compartiera con ellos el fruto de sus futuros hurtos. Así lo hizo hasta que se convirtió él mismo en policía. A pesar de ser desertor del Ejército y de que fue fichado el 13 de octubre de 1974, poco después lo reclutó el Barapem, el tristemente célebre cuerpo de asaltantes con uniforme que asoló los barrios obreros del Estado de México.
Todavía patrullero cometió lo que es oficialmente su primer atraco: el diez de enero de 1978 asaltó la sucursal del Banco Internacional en pleno centro de Naucalpan.
Una semana después abandonó el batallón policiaco y se entregó de tiempo completo a la delincuencia. Operó a menudo en el estado de Hidalgo. Uno de los episodios característicos de su carrera, por la violencia desplegada, ocurrió precisamente en esa entidad el 13 de septiembre de 1979. Tras apoderarse de un cuantioso botín en un banco de Tlaxcoapan, Ríos Galeana y su banda asesinaron a un oficial de la Policía Federal de Caminos que pretendió seguirlos y a cuatro personas más, para que no estorbaran su huida.
En los dos años siguientes el ex militar -nacido en 1951 en Arenal de Álvarez, Guerrero- y su banda cometieron innumerables delitos, patrimoniales y de sangre. La impunidad que les permitió actuar era pagada con cinco millones de pesos cada mes. Eso no obstante, para forzarlo a una entrega mayor, fue detenido en agosto de 1981 en un palenque, ya que en sus ratos de ocio era cantante, disfrazado de charro y ya con la cara modificada por la cirugía, los integrales Francisco Sahagún Baca y Arturo Durazo Moreno (integrales porque en una sola persona convivían un policía y un delincuente), lo presentaron orgullosos y satisfechos del cumplimiento de su deber. Pero enseguida remitieron a Ríos Galeana a Pachuca.
Fue recibido en la penitenciaría hidalguense el tres de septiembre de 1981, junto a su cómplice García Chávez y su amasia (como no deja de llamar El Sol de Hidalgo a las amantes de los pobres y de los criminales) Yadira Berber Ocampo, cuyo apellido, quizá a modo de homenaje amoroso, era utilizado por Ríos Galeana como apelativo artístico, cuando cantaba. Se les abrió la causa 194/81, en el juzgado segundo penal.
En el Cereso pachuqueño Ríos Galeana trabó relación con una banda local, que había cobrado significación por varios asaltos, entre ellos uno recordable a los Almacenes Blanco. Con ellos urdió el ex patrullero su fuga, acordada con sus captores desde el momento mismo de su traslado. El 18 de diciembre de 1982 Ríos Galeana escapó de la prisión, sin ninguna dificultad, dotado del herramental necesario: tras arrastrarse entre un matorral, cortó con pinzas la malla de acero perimetral y luego, con tubos y cuerdas, escaló el muro exterior, de concreto y cinco metros de altura. Con él se evadieron Leonardo Montiel Ruiz, que llegaría a ser su lugarteniente en la siguiente etapa de su trayectoria y cuatro bandoleros más.
El momento más escandaloso de esa fase de su carrera fue el asalto al ahora ya inexistente Banco de Cédulas Hipotecarias, en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, el 16 de diciembre de 1984. Ríos Galeana fingió ser portador de un regalo para el gerente de la casa matriz. Como vestía elegantemente, el vigilante hizo confianza al mensajero, lo que aprovechó el asaltante para reducirlo y hacer entrar a cuatro miembros de su banda. Con herramientas manejadas diestramente violaron la bóveda. Se llevaron un botín de más de doscientos millones de pesos. Un mes antes, quizá confiando en obtener cien años de perdón, había asaltado el periódico dirigido por Regino Díaz Redondo.
El golpe a BCH fue muy jugoso. Quizá no quiso hacer partícipe de esa fortuna a quien lo demandó y antes de un mes se le detuvo, cuando visitaba a Leonardo, su ayudante principal. De creer su dicho de entonces, planeaba retirarse después del gran golpe, pero su deseo se vio frustrado cuando se le detuvo una vez más, el nueve de enero de 1985.
No se entregó dócilmente. Pretendió huir, armado y disparando. Fue herido y capturado. Se le iniciaron dos procesos penales, el 16/85 y el 32/85, como presunto responsable de homicidio contra agentes de la autoridad, diversos de robo, robo cometido contra agentes de la autoridad, disparo de arma de fuego, disparo de arma de fuego contra agentes de la autoridad, lesiones diversas, daño en propiedad ajena y asociación delictuosa.
Vivió muy cómodamente en el Reclusorio Sur durante cerca de dos años. Gozaba, por ejemplo, de permanente visita conyugal. Pero sus placeres no lo dominaron al punto de resignarse a quedar encarcelado.
Organizó su fuga, que se consumó el 22 de noviembre de 1986. Él mismo consiguió armas e hizo que sus subalternos llegaran, granada en mano, al juzgado 33 en el momento en que su jefe era llamado a la rejilla de prácticas. Un estallido rompió la pared y por la horadación resultante salieron Ríos Galeana y sus cómplices. Desde entonces no se sabía de él.
De seguro no le decomisaron todos los bienes de que a la mala se hizo en su carrera criminal. Pudo con lo que se quedó sobrevivir 19 años y puede pagarse abogados que casi evitaron su traslado a La Palma, de donde la bien pagada pericia jurídica puede aún llevarlo a otro penal.
