Decidirán expertos en teología si el sufrimiento del finado Papa puede considerarse como sacrificio.
AP
ROMA, ITALIA.- Los funcionarios vaticanos no descartan la posibilidad de que el Papa Juan Pablo II pueda ser declarado mártir -eliminando con ello la necesidad de que sea comprobado un milagro para su beatificación-.
El cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, dijo ayer que corresponde a los expertos en teología decidir si el atentado del 13 de mayo de 1981 contra la vida de Juan Pablo II, así como su prolongado sufrimiento antes de morir, podrían ser considerados una declaración de martirio.
“En un sentido técnico, teológico, jurídico y canónico, el mártir da la vida por su fe”, indicó Saraiva Martins en respuesta a preguntas formuladas durante una conferencia de prensa. “Debemos verificar las razones del atentado contra la vida de (Karol) Woytyla. Y esa será la tarea de los teólogos”, señaló, de acuerdo a una agencia noticiosa local.
Desde que el Papa Benedicto XVI anunció el 13 de mayo que estaba tratando de acelerar las tareas a fin de lograr la beatificación de su antecesor, muchos se han preguntado si no podría ser declarado mártir. Si el Vaticano hace eso, se eliminaría la necesidad de confirmar un milagro atribuido a su intercesión, luego de su muerte el dos de abril, una de las condiciones de la beatificación.
Funcionarios eclesiásticos rechazaron inicialmente cualquier sugerencia que el intento de asesinato de 1981 podría ser la base para declararlo mártir, tomando en cuenta que Juan Pablo II logró sobrevivir 24 años tras el ataque. También señalaron que otros candidatos a la santidad sufrieron de dolencias en los últimos años de su vida, sin ser declarados mártires.
El cardenal Camillo Ruini pareció establecer las bases para una posible declaración de martirio cuando inició el martes de manera formal la causa de beatificación de Juan Pablo II.
En señalamientos formulados al final del servicio religioso, Ruini dijo que había un vínculo “decisivo” entre Juan Pablo II y Jesucristo, recordando en esa ocasión el atentado en la Plaza de San Pedro.