Agencias
NUEVA YORK, EU.- La diferencia entre los estadistas y los simples políticos radica, por encima de todo, en su sentido de la responsabilidad. George W. Bush ha recibido la oportunidad de demostrar esa virtud al hacer su nominación del nuevo presidente del Banco Mundial. Sus instintos serán designar a un estadounidense mediocre. Pero serviría mejor a sus intereses nominar a una persona que no sea ni mediocre ni estadounidense. Ese candidato existe: es Ernesto Zedillo, el ex presidente de México.
La tradición de que Estados Unidos designa al presidente del Banco Mundial y los europeos al director-gerente del Fondo Monetario Internacional no es justificable. Un enfoque superior sería iniciar una búsqueda transparente del mejor candidato en todo el mundo. No sólo sería esto mejor para las instituciones, sino que también sería mejor para Estados Unidos y Europa. Es mucho más importante para estas naciones que estas instituciones sean manejadas de manera competente a que sean manejadas por un connacional.
En la práctica, sin embargo, es improbable que el presidente Bush dé un paso tan grande. Pero podría avanzar en esa dirección nominando a alguien cuyas calificaciones para el puesto sean incuestionables. Estados Unidos debe buscar un líder que comprenda el desarrollo, con gran experiencia y valores humanistas. El candidato ideal sería alguien procedente de un país emergente comprometido con un desarrollo dirigido por el mercado, con la democracia y con el estado de derecho.
Zedillo cumple completamente con estos requisitos. Tiene un doctorado en economía de la Universidad de Yale, donde actualmente es director del Centro para el Estudio de la Globalización. Como presidente de México, superó una enorme crisis financiera, iniciando de ese modo un periodo de crecimiento excepcionalmente rápido. Pero también condujo a su país a la democracia: la elección de Vicente Fox como su sucesor puso fin al dominio del Partido Revolucionario Institucional. Como presidente del banco, Zedillo podría hablar de los desafíos de la reforma económica y política con una autoridad que ninguno de sus predecesores se ha acercado a igualar.
Nominar a Zedillo sería no sólo inteligente sino que serviría a los intereses de Estados Unidos. Después de años de discordia, Estados Unidos debe esforzarse por demostrar su compromiso con los instrumentos de cooperación multilateral más importantes del mundo. No menos provechoso para sus intereses sería mostrar su consideración hacia los países en desarrollo en general y hacia sus vecinos (de los cuales México es el más importante) en particular. Nada podría demostrar más fácilmente tal sabiduría y benevolencia que la nominación de un mexicano como próximo presidente del Banco Mundial.
De un golpe, esta nominación demostraría su interés por el banco, por la causa del desarrollo y por los temas sensibles para los países en desarrollo. Con prácticamente ningún costo para sí mismo, Estados Unidos podría obtener capital moral en todo el mundo. Sería algo tanto correcto como inteligente. De entre todos los países, "la única superpotencia" del mundo puede darse el lujo de ignorar un nacionalismo estrecho y nominar en cambio a alguien calificado.
