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Política de izquierda social, más allá de los partidos

Gabriel Castillo

¿Qué pasa con la izquierda partidista en México? Sigue sin salir de la crisis interna, sigue sin atraer plenamente la confianza de la ciudadanía, en un momento de la vida del país sumamente complejo pero al mismo tiempo interesante, frente a un año 2006 que se presenta como la gran oportunidad para las fuerzas progresistas de llevar al poder a quien representa un verdadero Proyecto Alternativo de Nación, con el propósito de hacerle justicia a los millones de mexicanos que han sido marginados por el modelo neoliberal.

La última elección interna del PRD, principal partido de izquierda en nuestro país, demuestra que sigue imperando la visión del “partido botín”, cuyas prerrogativas y puestos se convierten en el motivo central de la disputa entre grupos de presión, mal llamados corrientes o expresiones, dejando de lado la discusión ideológica, el análisis y construcción de proyectos, la apertura hacia la sociedad con estrategias de recuperación de la confianza del electorado. Todo esto a pesar de contar con los mejores precandidatos a la Presidencia de la República. Desde mi posición de izquierda, no me consuela el que los demás partidos, de distintos signos ideológicos, también enfrenten problemas y pérdidas de rumbo, pues es algo que debiera preocuparnos a todos al ver avanzar el desencanto y desconfianza ciudadana en los partidos políticos.

En el estado de Durango se ha evidenciado gravemente lo aquí señalado, ya que para nadie es desconocido que los partidos que se ostentan como de izquierda han tenido un alejamiento de las bases militantes y una desvinculación de los problemas de la ciudadanía. Por ello, un importante conjunto de miembros del PRD y de diversas organizaciones sociales, que desde hace bastantes años hemos mantenido e impulsado una línea política de izquierda, decidimos conformar lo que ahora se conoce como Frente de Organizaciones de Izquierda Social en el estado de Durango. no sólo nos ha llevado a dar ese paso la burocratización del partido y la carrazón de los grupos empeñados en el desgaste interno, sino la prolongada crisis social, económica y política en nuestro país, de la que nuestro estado no escapa. Esto nos obliga a todos aquellos que tenemos en común la aspiración de construir una sociedad distinta, con mayor desarrollo, con menos desigualdad, con más justicia, a unirnos y organizarnos para hacer frente a la profundización del modelo económico neoliberal, que ha llevado al total abandono de las responsabilidades sociales del Estado con el consiguiente perjuicio a los grupos mayoritarios.

Aquí conviene hacer énfasis en que la izquierda no está representada sólo por los partidos, los cuales se transformaron, a decir de algunos analistas, en aparatos electorales burocráticos. La izquierda está en los movimientos y las organizaciones sociales, en los movimientos pacifistas, en los altermundistas, en los que luchan por la tierra, por la igualdad racial y de género, por la cultura y la educación popular, y está en muchos otros grupos de hombres y mujeres, jóvenes, adultos y ancianos que están convencidos que otro mundo es posible, que otro tipo de sociedad más humana se puede construir. Por ello coincido con quienes señalan, como es el caso del Licenciado Gabino Martínez Guzmán, investigador de la UJED, que la historia de la izquierda nos enseña que “su terreno más propicio es la movilización de las masas”, y que sus mejores conquistas políticas las ha logrado en la calle y no en las urnas o en los parlamentos.

A partir de lo anterior, considero que es el tiempo de impulsar, desde las pequeñas comunidades, los barrios, las colonias, los municipios, la reorientación del rumbo de nuestra Nación. Para tal propósito es necesario convocar a un verdadero movimiento democrático de izquierda en Durango, en concordancia con algo similar a nivel nacional, pues es la izquierda la que debe luchar por ampliar la democracia, pero no sólo la electoral sino la social y económica. Es la izquierda la que debe luchar por una mejor y más justa distribución de la riqueza, por una educación pública gratuita y de calidad, por vivienda digna para las familias mexicanas, por cultura y recreación tan importante como el referéndum, el plebiscito, las candidaturas independientes, la revocación de mandato, la iniciativa popular, el presupuesto participativo, entre otras.

Es fundamental que todos los grupos, organizaciones y ciudadanos que consideramos urgente y viable un cambio efectivo, nos propongamos objetivos comunes y diseñemos formas de lucha y de trabajo para alcanzar. Ello implica una nueva forma de hacer política más allá de los partidos, con métodos de organización, dirección, movilización y negociación diferentes a los tradicionales, con menos rigidez, más transparencia y horizontalidad, con órganos colegiados para la toma de decisiones, buscando privilegiar los consensos. En fin, buscar otras visiones y más creatividad para el ejercicio de la política, alejándonos de las burocracias partidistas y del canibalismo endogámico, para acercarnos a la ciudadanía y sus problemas.

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