En algunos países la política es un medio para lograr el bien común. En otros, es simplemente un instrumento para obtener riquezas y poder. En México, además de ambas cosas, la política es también un excelente medio de entretenimiento.
Medios de comunicación y política han formado desde hace muchos años un matrimonio repleto de conflictos y de altibajos. Pero a diferencia de la tendencia actual, ambos cónyuges han sido incapaces de divorciarse. Aunque la mayoría de las veces no se soportan, marido y mujer no pueden subsistir por separado.
El político necesita de los medios de comunicación para darse a conocer. Los medios, por otro lado, necesitan de los políticos para tener de qué hablar. Esa convivencia se ha convertido en México en todo un espectáculo seguido diariamente por ávidos televidentes, radioescuchas y lectores que buscan conocer los pormenores de la novela del momento.
Ya que hablo de novelas, debo reconocer que la de mayor raiting en mucho tiempo ha sido la protagonizada por Andrés Manuel López Obrador y sus secuaces. Los capítulos que más público han captado por fortuna ya pasaron, como por ejemplo aquellos del desafuero, y aunque el drama ha entrado actualmente en un letargo, se espera que muy pronto la historia vuelva a cobrar interés.
Poca cosa es López Obrador, sin embargo, gracias al espectáculo de los medios de comunicación es ahora el político preferido para convertirse en el próximo presidente de la República.
Ahora los coahuilenses estamos interesados por otra novela protagonizada por los priistas que desean obtener la candidatura de su partido para gobernador.
Cada día, los medios nos ofrecen los pormenores de la historia. Los últimos capítulos han sido interesantísimos. Por ejemplo, Humberto Moreira por fin pidió licencia para separarse de su cargo como alcalde de Saltillo, aunque, para decir verdad, bastante separado estaba ya desde hace mucho tiempo.
Por otro lado, Raúl Sifuentes mantiene una lucha encarnizada por invalidar los estatutos de su partido y así poder participar en la contienda interna. Aunque pudieran parecer actores de relleno, seguramente Alejandro Gutiérrez y Javier Guerrero tomarán un papel protagónico en días venideros.
Pero los capítulos más emocionantes de esta novela son los protagonizados por Jesús María Ramón. Contrario a la malsana costumbre en la clase política coahuilense de alabar al gobernador del estado, el empresario no tuvo empacho en denunciar que Enrique Martínez estaba interviniendo en el proceso interno del PRI y, por si fuera poco, tenía a sus favoritos en las personas de Humberto Moreira y Javier Guerrero.
Pese a ser el precandidato que más batalla podría dar al ex alcalde de Saltillo, Jesús María Ramón decidió apartarse del PRI y atender a la invitación de la UDC para representarlo en las próximas elecciones estatales.
¿Tendrá alguna oportunidad Jesús María? Definitivamente no. Por principio de cuentas, la UDC no cuenta con una maquinaria semejante a la del PRI. Si se realiza una encuesta a nivel estatal, estoy seguro que más personas acertarían a decir el nombre científico del perrito llanero que a nombrar al partido que abrió las puertas al empresario acuñense.
Sin embargo, Jesús María Ramón tiene la ventaja de ser un maestro del espectáculo. En la pasada contienda interna del PRI, pasó de ser prácticamente desconocido para los ciudadanos de todo el estado, hasta convertirse en un serio rival de Enrique Martínez.
Hoy, todos los días se habla de Jesús María Ramón en los medios de comunicación. Para él no hay mejor cosa, pues así podrá contrarrestar el anonimato del partido que lo abanderará.
Jesús María Ramón tiene muy claro cuáles son las principales carencias en el estado, y tiene muy claro también que dentro del PRI pocas oportunidades tenía para alcanzar la candidatura.
El entretenimiento político está garantizado. Responsabilidad nuestra será elegir a la persona que no sólo esté dotada de brindar espectáculo, sino también una mejora en la calidad de vida de todos los coahuilenses.
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