Muerto el rey, “viva el rey” versa un dicho popular. Eso mismo sucederá el mes de julio del próximo año, cuando se conozca el nombre del próximo presidente mexicano. En medio de todo el bombardeo por las pretensiones de muchos políticos de alcanzar la candidatura de su respectivo partido para ‘la grande’, nuevamente el primer mandatario del país vuelve a irse de la boca o de plano, ya lo único que le queda es despotricar contra sus adversarios políticos que le han ganado la partida.
Todo aquel que tenga la suficiente ecuanimidad no puede negar el resultado positivo en lo que cabe respecto al desempeño económico, aunque sea en términos macro, en el ejercicio del poder en la primera administración de oposición mexicana surgida de un proceso democrático y pacífico.
Nadie puede negar que los resultados son superiores en cuanto a desempeño de Gobierno respecto a la administración anterior. Sin embargo, nadie puede negar tampoco que Vicente Fox ha perdido toda credibilidad posible. Recordemos dos ejemplos: la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, cuando unos machetes hicieron que se retractara; y lo que de plano hasta le salió contraproducente: el desafuero del Peje.
Después de ver eso digan lo que digan, el presidente Fox es igual a aquel personaje de la serie de Chespirito, la Chimoltrufia, cuando hacía mofa diciendo: como te digo una cosa te digo otra, así es Fox.
Por eso, una gran cantidad de los votantes que acudimos con cierta ilusión a las urnas aquel dos de julio de 2000, lo que queremos es que venga ya el relevo en la titularidad del Poder Ejecutivo federal.
La estrella de Vicente se ha apagado.
Hoy el señor de las botas de plano se ha dado por vencido en el intento de llegar a acuerdos en pos de alguna de las reformas estructurales del país. Por ello, y desde Rusia, insulta y vitupera al PRI –el partido electoralmente más importante de México- y aun amaga con una fiesta lamentable en el Ángel de la Independencia, que lo único que logrará es hacer un ridículo más, como a los que nos tiene acostumbrados, y que además, ayudará el jefe de Gobierno de la Ciudad de México en su carrera hacia Palacio Nacional. ¿Por qué? Porque el mitin del Ángel no tendrá nada que ver con la marcha del desafuero que fue capaz de reunir a cientos de miles, y la comparación será obvia, un presidente con unos cuantos y un precandidato con una gran masa.
Y es que los yerros se dan un día sí otro también. Fox ha caído en los mismos vicios priistas más elementales, así como Salinas tenía a su hermano incómodo, el presidente tiene a los hijos de su señora, incómodos, a la propia primera dama incómoda, en fin. Esta misma semana, aparecía en televisión nacional a lado del presidente de Ucrania – aquel famoso sobreviviente de envenenamiento- con comentarios fuera de lugar, tal como es su costumbre y ya en Rusia, se fue con todo informando que hará proselitismo a favor de su partido de cara a las elecciones de 2006; (‘no me ayudes compadre’, deben de haber pensado más de dos al interior del PAN).
Así las cosas, Vicente Fox pasará a la historia como aquel hombre que fue capaz de derrotar al monstruo de mil cabezas que era el PRI de 2000. Mucho le debemos los mexicanos, los jóvenes particularmente, nos dio esperanza, ésa de la que hoy queda muy poco o nada hacia su persona.
Sin embargo, la novela rosada a la que nos tuvimos que acostumbrar por los dislates con su mujer, los golpes de timón en el rumbo de su Gobierno, las reformas que no pudo llevar a cabo y para acabarla, su colaboración involuntaria para hacer de López Obrador un mártir por el asunto del desafuero,(debido a la torpeza en la ejecución de su estrategia para golpearlo), terminan matando el ánimo de los más optimistas, rogando que su sexenio termine de una vez; total, con él ya no va a pasar nada.
