CRÓNICA URBANA
Por María Elena Holguín
Francisco I. Madero, Coah.- Miguel Robles tuvo que olvidarse de la agricultura desde hace más de tres años, a pesar de que durante toda su vida había dependido de lo que ?sus tierras? le daban para sacar adelante a su familia.
Desde entonces, debe dedicarse a la elaboración de adobes en el lugar que lo vio nacer, el ejido Jaboncillo de este municipio, actividad que complementa con otros oficios, incluso la de ayudante ocasional en un taller mecánico.
?Sembraba maíz y frijol, a veces nada más para nosotros mismos (su familia), pero era suficiente para alimentarnos?, recuerda con cierta añoranza a la vez que se esfuerza por no soltar las lágrimas, debido a la tristeza que esto le provoca.
Y es que según comenta, la falta de apoyos para comercializar la cosecha lo obligó a vender la hectárea y media que tenía desde hace varias décadas, la cual le dejó su familia incluso desde los tiempos del Reparto Agrario, porque ya no tenía otra opción.
?En ocasiones mejor se echaba a perder el producto, pues había demasiada producción y esto daba lugar a que el precio se bajara, además de que la intervención de ?coyotes? en la venta de la cosecha también nos afectaba, fue una decisión muy dolorosa pero se tuvo que tomar porque ya no había recursos para seguir sembrando?, refiere.
Según Miguel Robles, en la medida en que las necesidades fueron cada vez mayores, tuvo que dedicarse a elaborar adobes en su propia vivienda, en el ejido Jaboncillo, para lo cual tiene la ayuda de su esposa.
Sin embargo, esta actividad no es muy redituable, pues no se tiene una demanda constante del producto y quienes lo adquieren buscan un precio muy bajo, por ser un material de construcción que ya casi no se emplea.
En este sentido, indica que le ha costado trabajo adaptarse a su nueva actividad, pues ?yo sé mucho de sembrar y todo lo que se relaciona con eso, pero de algo tenemos que vivir y alimentar a nuestras familias?.
Al respecto, dice que su esposa, María de Lourdes le brinda todo el apoyo, saliendo a trabajar como cocinera en el comedor de una escuela del propio ejido Jaboncillo, labor por la cual le pagan unos 50 pesos diarios.
Y es que contrario a disminuir las responsabilidades con el matrimonio de sus tres hijos mayores, éstas crecieron pues según indica ?todos los días están ahí con nosotros, sólo que ahora también ya son los nietos... la familia creció y debemos seguir adelante?, expresa.