Querida Secretaria:
Aunque tu carrera sea para ti muy importante, probablemente no tienes ninguna objeción al matrimonio. El encanto tiene su recompensa y las citas y el romance conducen a una relación seria.
La oficina se ha considerado un buen lugar para conocer candidatos, sin embargo, a pesar de que a los hombres les gustan las mujeres seductoras, la oficina no es el lugar indicado para que despliegues tu coquetería.
El mostrar un afán desmedido por conquistar a algún compañero se prestará para burlas. No hay nada más patético que observar a una chica tratando de conquistar a un sujeto. Y en una oficina hay siempre alguien observando. Otro factor determinante es que muchos de los varones en el entorno, no son solteros.
Algunas secretarias lamentan haberse enamorado de hombres inasequibles. Si es casado no pierdas tu tiempo, ni tu buena reputación. No importa lo atractivo que éste sea y lo interesado que pueda estar en ti; la chica inteligente se enfocará hacia otros territorios. Muchas mujeres pierden magníficas oportunidades de un amor verdadero, esperando que el marido incomprendido se decida. Y con mucha frecuencia nunca lo hace. Quizá la esposa no lo comprenda, pero nadie debe involucrarse con un sufrido marido hasta que esté legalmente divorciado.
Hay una variedad de galanes en la empresa, entre ellos el eterno don Juan. Refinado, sofisticador, adulador, te subyuga con su encanto. Si eres muy joven e impresionable, puede deslumbrarte con su glamour y perfección. Por lo general es soltero, pero en 90 casos de 100, no tiene intención de formalizar. Revolotea de flor en flor, disfrutando temporalmente de tu devoción, para luego dirigir su estrategia hacia otra víctima. Además de la herida que te ha dejado esta relación, es muy probable que los estándares de sofisticamiento masculino que te ha dejado este atractivo y extravagante don Juan estén tan altos que no los encuentres entre los otros jóvenes que te pretendan. Quizá termines soñando con fantasmas glamorosos y rechaces a los muchachos de carne y hueso.
En los negocios, si una asistente es sumamente eficiente, y ha subido de categoría, es posible que alterne con hombres muy destacados, brillantes. Es muy estimulante trabajar con ellos. Su trabajo le resulta excitante y de mucha importancia y más si a ella se le considera como un elemento indispensable en la empresa. Quizás en su afán de sobresalir, está dispuesta a trabajar horas extras, sacrificando así su tiempo de esparcimiento. ?¿Qué importa?? se pregunta, ?¡si estoy logrando algo grande!?. Todo esto parece muy atractivo mientras no la alejen de su perspectiva o desaliente sus satisfactores.
Además, esas brillantes mentes que la rodean están ya casados o tan ocupados que no piensan en comprometerse. Tarde o temprano todos se van a sus hogares y la señorita indispensable se sentirá muy sola, a no ser que cuente con alguien que la lleve a casa.
Si la asistente compara a todos los jóvenes que la pretenden con su portentoso jefe, está perdida. Los maravillosos ejecutivos con todo lo fascinante que aparentan ser, con frecuencia resultan ser malos esposos y padres. Sería pues conveniente que tratara a jóvenes más versátiles entre sus amigos que aún están en los primeros peldaños de la escalera del éxito.
Continuará...
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