Querida Secretaria:
En este nuevo siglo estamos más que nunca expuestas a pensar en forma negativa, con pesimismo acerca de los sucesos en nuestro entorno y específicamente en el que concierne a nuestro trabajo. El pesimismo es una condición angustiosa, es como un virus, que se contagia hablando con la gente.
Los comentarios negativos tienen su cuota: todo empieza a parecernos como pérdida de tiempo y energía: demasiado trabajo, muy poco tiempo, gente quisquillosa, numerosas interrupciones, multitudes, comentarios desfavorables, objetivos difíciles de alcanzar por falta de cooperación de los demás...
Todas estas situaciones y alguna más, pueden hacer sentir a una persona que no tiene caso tratar de mejorar las cosas, habiendo tantos obstáculos qué vencer.
Una vez que un punto de vista pesimista se externa, éste se extiende como una epidemia. Mañana no será mejor. La gente con la que trabajas no va a cambiar. El trabajo no resultará más fácil. No habrá promociones ni aumentos. Tu vida personal continuará con frustraciones. Y si lees los periódicos o ves T.V. estarás convencida que no tan sólo tu mundo se está colapsando. La enfermedad se ha extendido y no puede ser controlada.
Con tantas influencias negativas en esta vida, quién te puede culpar por sentirte pesimista. Tú sí puedes culparte a ti misma por tomar la vida con tan bajo perfil. Pero, ¿quién te prometió un paraíso? ¿Quién te dijo que la vida es fácil?
Hay una cura para el pesimismo: todos los días dite a ti misma: ?hoy es un nuevo día, una oportunidad para hacer algo que me beneficie a mí y a otros, una ocasión para renovarme y encontrar caminos para vivir mi vida armoniosamente?.
Pensamientos positivos con acciones constructivas matan el virus de una depresión.
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