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Precampañas/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“No hay por qué ocultar la democracia. No tiene porqué ser un asunto oscuro”.

Vicente Fox

Cuando Felipe Calderón participó en una reunión política el año pasado, el presidente Vicente Fox lo cuestionó severamente, al grado tal que obligó a su renuncia como secretario de Energía el 31 de mayo del 2004. De poco sirvió que Calderón en su discurso hubiera señalado que no eran tiempos de candidaturas sino de trabajo para consolidar el esfuerzo del Gobierno del presidente Fox.

Este 15 de febrero, en contraste, el presidente declaró en Tlaxcala que no deben esconderse quienes están buscando las candidaturas a la Presidencia de la República: “Ya están en marcha los precandidatos. Algunos lo negaban, ahora lo aceptan. Otros todavía lo siguen negando, pero están en campaña todo el día... No hay porqué ocultar la democracia. No tiene porqué ser un asunto oscuro. Yo pienso que debe ser todo lo contrario, a la luz del día, a la vista de todos. No hay porqué andarse escondiendo”.

¿Ha cambiado de opinión el presidente o en mayo de 2004 simplemente quería limitar a Calderón, quien se perfilaba como el más fuerte rival del secretario de Gobernación Santiago Creel a la candidatura del PAN?

Es difícil saberlo. El hecho es que, efectivamente, es imposible frenar los intentos de los precandidatos por llamar la atención y mejorar así sus posibilidades en los combates políticos que se avecinan.

En este tema México pretende ser más purista que la mayoría de los países democráticos del mundo. En otros países nadie se inquieta de que los aspirantes a cargos de elección presidencial mantengan los puestos públicos que pudieran tener.

En la reciente campaña por la Presidencia de los Estados Unidos pudimos ver, por ejemplo, que el presidente George W. Bush hacía campaña utilizando todos los recursos de la Casa Blanca, mientras que John Kerry lo hacía sin abandonar ni las prerrogativas ni su dieta como senador. En todo el mundo democrático es perfectamente común, de hecho, que los funcionarios públicos participen en reuniones políticas.

Aquí nos escandalizamos. El presidente Fox forzó la renuncia de Calderón por participar en una reunión política. A Santiago Creel se le preguntó en su comparecencia ante la Cámara de Diputados de este 15 de febrero si se presentaba como secretario de Gobernación o como precandidato a la Presidencia de la República.

Los antimadracistas exigen que Roberto Madrazo renuncie a la presidencia nacional del PRI en tanto que los madracistas preguntan porqué los otros aspirantes no renuncian a sus cargos como gobernadores o en el Senado. Incluso en el PRD, donde la candidatura de Andrés Manuel López Obrador parece inevitable, hay voces que sugieren que su posición como jefe de Gobierno de la Ciudad de México le da una ventaja injusta frente a Cuauhtémoc Cárdenas.

Más que pretender que quienes ocupen cargos públicos deben ser químicamente puros y renunciar a toda ambición política futura, lo que hay que hacer es establecer reglas claras. Hay ciertas prácticas que se han hecho comunes, las cuales claramente violan la ética y habría que eliminar.

Éste es el caso, por ejemplo, de las campañas de publicidad que supuestamente deberían promover obra de Gobierno pero que en realidad se convierten en vehículos de promoción del gobernador.

Roberto Madrazo comenzó esta tendencia cuando era gobernador de Tabasco con su campaña de “Sí se puede”, pero muchos otros han seguido desde entonces el camino. Arturo Montiel, el actual gobernador del Estado de México y Andrés Manuel López Obrador, del Distrito Federal, son dos ejemplos muy concretos que han tenido al aire recientemente campañas de publicidad en las que ellos en lo personal son protagonistas y con las que indudablemente buscan consolidar sus futuras aspiraciones políticas.

Pero una cosa es identificar y eliminar las prácticas malsanas, aquellas que implican el uso de recursos del contribuyentes para apoyar una causa política y otra muy distinta pretender que quienquiera que tenga aspiraciones a un cargo de elección popular debe renunciar a cualquier puesto público que ejerza.

Tampoco tiene sentido pretender que los aspirantes deban suspender sus presentaciones públicas o abstenerse de hablar ante los medios de comunicación. Los ciudadanos tenemos el derecho de conocer su actuación y sus posiciones políticas.

En esto, como en tantas otras cosas, los mexicanos debemos encontrar un adecuado término medio.

DESMIENTE MAGISTRADO

En un desplegado en el periódico Milenio el ex presidente del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, Alejandro Enrique Figueroa, señala que su relevo de ese cargo no tuvo nada que ver con la absolución de Gabino Cué, ex candidato al Gobierno del Estado. Ayer en este espacio publiqué lo contrario por lo que es justo aclararlo.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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