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Precampañas/Nuestro concepto

La pasión, por definición, no puede durar ya que termina por agotar, por consumir y esa sería la única esperanza para los laguneros que estamos forzados a ser testigos del “fuego amigo” que se propinan con singular alegría todos aquellos que pretenden ganar (o arrebatar) la candidatura de sus respectivos partidos a la gubernatura y alcaldía de Torreón. Son los detalles de la política a la mexicana, en donde el derroche -de recursos y golpes bajos- es el rasgo característico.

En su afán por llegar a ocupar la silla grande en el Palacio Rosa, los priistas están desatados –lo están desde hace meses- y con las renuncias formales a los puestos públicos que les obligaban al juego de la simulación, encaran una nueva etapa en donde redoblan esfuerzos y propaganda, para ganar el favor de los coahuilenses. A todos molesta el nivel del bombardeo propagandístico en que han incurrido más de dos, ya que implica un verdadero dispendio de recursos, justo cuando el panorama económico llama a la mesura y el ahorro... pero los aludidos se escudan en los vacíos legales y siguen con sus pautas publicitarias en prensa, radio y televisión.

Para conquistar el privilegio de ser el alcalde en la primera administración de cuatro años en Torreón, son los correligionarios de Guillermo Anaya los que no ven la hora en que el marco legal les permita abrirse de capa y luchar con todo por la candidatura blanquiazul y por lo pronto abrazan con fuerza todos los resquicios posibles: eso de mera promoción de imagen o las famosas casas de gestoría resultan hoy, sólo el preámbulo de una intensa (y hasta ríspida) precampaña. No existe referente en la región de dos grupos dentro del mismo Partido Acción Nacional que disputen con tanto ahínco la codiciada candidatura.

La resulta es un panorama extremadamente complicado; una suerte de fregor político electoral anticipado, que no permite respiro a los ciudadanos y que amenaza con salir contraproducente. Si en estos términos se dan las pre-precampañas, se pueden imaginar las precampañas y luego las campañas constitucionales. Meses y meses de espectaculares, mítines, descalificaciones, mantas, golpes bajos, volantes, recorridos por colonias, grillas baratas, llamadas telefónicas, mensajes por radio, por televisión y desplegados en la prensa y eso, tarde que temprano, harta.

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