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Precandidato

Pablo Marentes

Andrés Manuel López Obrador, al registrarse el 29 de julio como precandidato ante el presidente Leonel Godoy del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, afirmó que “los ciudadanos van a votar en 2006 por un proyecto de nación que propicie un cambio verdadero”. Junto con la documentación reglamentaria, entregó Un proyecto alternativo de nación, “reflexiones y propuestas para consolidar la democracia e impulsar el desarrollo del país con justicia social”.

El precandidato asumió la jefatura de Gobierno el cinco de diciembre de 2000 tras derrotar a Santiago Creel del PAN y a Jesús Silva Herzog del PRI. Ciñó su actividad a los bandos que dio a conocer en las primeras semanas de su mandato. Como Cuauhtémoc Cárdenas, que padeció persecución y hostigamiento mediáticos de sus adversarios y de los cúpulas empresariales -que culminaron en el programa de 12 horas organizado por Televisión Azteca para convocar a los ciudadanos de la capital a volcarse al zócalo y pedir la destitución del primer jefe de Gobierno electo democráticamente-, así López Obrador ha sido objeto de una de las más feroces y prolongadas campañas de desprestigio que a través de la televisión se han organizado en el mundo. Las imágenes de tres personas quienes alguna vez fueron sus colaboradores, se difundieron durante 12 exasperantes meses mediante videos que registraron inconcebibles actos de soborno montados ad hoc por un contratista cuyo éxito comenzara en tiempos del ascenso político de José Francisco Ruiz Massieu y refulgiera durante la suplencia de Rosario Robles.

Enfrentó venturosamente el procedimiento de destitución, mostrando los ingredientes que contenían los brebajes jurídicos mezclados diariamente por la Procuraduría General de la República. Su defensa fue apoyada el dos de abril por 750 mil habitantes del DF reunidos en el zócalo de donde partió López Obrador a la Cámara de Diputados para escuchar el desaseado veredicto de la alianza acusadora. Veinte días después, el presidente Fox mediante una decisión política que conmovió al país, detuvo la titubeante secuela hacia el libramiento de la orden de aprehensión. Y López Obrador volvió a su oficina. Un millón y medio de personas marcharon del Museo de Antropología al Zócalo para realzar el triunfo jurídico político.

Una encuesta mundial de 2004 destaca a López Obrador como el segundo mejor alcalde del mundo. La lista de sus realizaciones es impresionante: escuelas preparatorias, una universidad, un hospital de especialidades con tecnología avanzada, servicios médicos oportunos, eficaces y gratuitos, pensiones para adultos mayores, apoyos económicos y viales a discapacitados, becas a hijos de familias maternas, los puentes Pellicer, Paz y Sabines; los segundos pisos, los distribuidores viales, el Metrobús, los nuevos taxis, los nuevos trenes en el Metro, los nuevos autobuses; las rehabilitaciones del centro histórico, del Paseo de la Reforma y del Bosque de Chapultepec; los nuevos edificios para Relaciones Exteriores y el Tribunal Superior de Justicia, la Policía montada de La Alameda, unidades policiales de protección ciudadana, dos nuevos reclusorios, el estimulo y la profesionalización policiacas, nuevas patrullas, microcréditos, diez mil millones de pesos más en recaudación fiscal sin aumentar impuestos, apoyo a la producción rural; impulso, y consiguientes seguridades, a la inversión privada y la construcción de viviendas. No obstante, reduce el crecimiento de la deuda capitalina: 3.3 por ciento anual, notablemente inferior a 54 por ciento registrado entre 1994 y 1997. Y un portentoso desendeudamiento de 745 millones de pesos, registrado en los informes de la Secretaría de Hacienda. Por lo tanto, Fitch, Moody’s y Standard & Poros otorgan rango Triple A a la salud financiera de la ciudad.

Se atribuyen a la personalidad de López Obrador equivocaciones de juicio y cálculo, articuladas en una estrategia siempre a la defensiva o en contra de alguien. Habría que entender tal estrategia como una serie de acciones atrevidas y riesgosas -precursoras- que le permitieron superar la organización judicial y el conjunto de normas jurídicas inhibitorias de cambios.

Su actividad política incomodó al millón de familias que sacan del país anualmente, en sus viajes de compras, 50 mil millones de dólares. A esos cinco millones de personas les irrita, hasta provocarles iracundia, el tono de las discusiones de la Oposición en el Congreso federal y en la Asamblea Legislativa. Y las marchas y manifestaciones que padecen sentados frente al televisor.

El PRD, la coalición de grupos progresistas que construye Cuauhtémoc Cárdenas y los ciudadanos sin filiación partidaria que dan muestras inequívocas de su simpatía por López Obrador en los 32 entidades, son los enemigos a vencer por el PAN en alianza electoral y postelectoral con el PRI. Esa oposición real -capaz de reactivar el proceso de democratización política, económica y social en México- triunfaría en la elección constitucional de 2006 si los grupos que la constituyan explican a las personas de carne y hueso que votarán entonces, que esa será la primera elección democrática después de la de 1910, cuando triunfó Francisco I. Madero sobre el viejo y caduco instaurador de aquella decrépita paz de 34 años de tan alto deterioro social, inmensos beneficios para las elites nacionales y extranjeras, inmovilismo y malestar que condujeron a la explosión de la conciencia política que catalizó la Revolución Mexicana, emasculada entre 1950 y el inicio del nuevo milenio.

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