Mientras los reos sobrevieven en inhumanas condiciones, los penales nuevos están sin utilizarse
A un costado del Río Tagarete, en la ciudad de Santiago Papasquiaro, Durango, se encuentra una vieja cárcel que carece de las condiciones necesarias que establece la ley para brindar, por una parte, el trato humano a los internos, y por la otra, las medidas de vigilancia para mantenerlos en ese lugar.
A principios de año, tres presos lograron escapar del mencionado reclusorio de una manera relativamente fácil: con una cuchara de cocina, abrieron un boquete de 60 centímetros de diámetro en la débil pared de adobe de la cárcel.
Cuatro meses antes, nueve reos también habían realizado la misma acción quedando en libertad, tras escapar por una horadación de 50 centímetros de diámetro.
Con estas condiciones no se puede garantizar la estancia de los reos en el interior de la cárcel municipal, indicaron los policías; además, solamente son siete los custodios que vigilan el reclusorio, mismos que no cuentan con el armamento adecuado para proporcionar seguridad. Cabe destacar que uno de ellos pasa 24 horas exclusivamente en el exterior de la cárcel, vigilando la pared de adobe por donde se han escapado los 12 sujetos .
Dos de los custodios vigilan desde las torres y los cuatro restantes se encuentran en el interior o en la entrada del inmueble.
En la actualidad, existen 70 hombres y cinco mujeres que están en condición de procesados o sentenciados y aunque la comida no les falta, la precaria situación en que viven es inadecuada.
Para el área de mujeres solamente es un cuartito donde todas tienen que dormir, descansar y permanecer, contando sólo con un patio para su esparcimiento, no mayor de cuatro metros cuadrados.
En lo que respecta a los varones, su área está conformada por 15 celdas de 4x2 metros; en ellas tienen que dormir de cuatro a cinco internos.
En la temporada de calor, las condiciones afectan en todos los aspectos a los internos, pues sólo les corresponden 140 centímetros cuadrados a cada uno, donde tienen que dormir y mantener sus pertenencias, como ropa y algunos artículos que les proporcionas sus familias.
A decir de los elementos de vigilancia, es insoportable el calor estando cinco presos en un espacio tan reducido, y en las noches se hace insoportable la situación, cuando se apaga la luz y piden que se les lleve al baño.
La tubería de agua que suministra el vital líquido a la cárcel está en medianas condiciones, pues debe ser reparada continuamente.
A un costado y en la parte posterior de la cárcel, se encuentran casas particulares, situación que no garantiza la seguridad, pues desde ahí les pueden ayudar a escapar o simplemente les pueden arrojar droga o armas.
Una de las cosas que más preocupa a los policías que atienden la cárcel es que entre los presos existen sentenciados de más de 30 años, los cuales si llegaran a escapar provocarían que se abriera un proceso penal a los vigilantes.
Por ahora, los internos intentan ser productivos con actividades económicas; secan las tortillas que les llevan sus familiares y las venden para consumo de porcinos; además, rayan cuadros y espejos con diferentes imágenes, elaboran pulseras y cadenas. Sin embargo, las condiciones de espacio no se prestan para realizar otras actividades que les remunere más o que les permita una mejor readaptación.
La imposibilidad de tener una clínica en la cárcel evita que los internos puedan tener una atención médica constante, reconocen los custodios.
Tanto internos, policías y mismos vecinos de Santiago Papasquiaro expersaron su inconformidad ante este medio de comunicación, al referir que desde hace casi un año que está prácticamente listo el Centro Distrital de Readaptación Social de esa localidad; sin embargo, prefieren batallar con una cárcel que no reúne las condiciones adecuadas para su óptimo funcionamiento.
En el año 2004 fue inaugurado el Centro Distrital de Readaptación Social de Santiago Papasquiaro, el cual se encuentra casi listo para empezar a funcionar; sin embargo, se ha convertido en un ?elefante blanco? que no es utilizado para ningún fin específico.
De acuerdo con información de la Secretaría de Seguridad Pública, sólo hace falta, en cuanto a obra, la delimitación perimetral con malla ciclónica, la construcción de una caseta y un portón al inicio de la rampa vial, protección de ventanería del edificio de juzgados, trabajos de protección pluvial, mejoramiento de suelo y limpieza general.
En cuanto a operación, se requiere la contratación y capacitación de personal, compra de armamento y uniformes para custodios.
En su primera etapa del Cedireso, tiene capacidad para albergar a 140 presos y diez internas, espacio suficiente para brindar las condiciones adecuadas a los reos que hoy ocupan la vieja cárcel municipal de esa ciudad.
A partir de estos faltantes, la SSP informa que sólo es cuestión de 60 días para poner en funcionamiento de manera óptima el Cedireso, después de que se tenga el Anexo Técnico Correspondiente, debidamente firmado y aprobado.
Al presenciar la obra del Cedireso, personal de El Siglo de Durango se percató de que las obras de electrificación ya están terminadas, al igual que un pozo de agua para proveer de la misma al inmueble, y las fosas para el desagüe.
Las torres se encuentran debidamente construidas, la iluminación, a través de reflectores; asimismo, ya existen en el lugar los muebles de las oficinas y juzgados.
Situación
Se perciben varios riesgos en la cárcel de Santiago
-Las condiciones no garantizan la seguridad demandada.
-Paredes de adobe.
-De cuatro a cinco presos duermen en una celda de 4x2 metros.
-Área de mujeres, sin espacio de esparcimiento.
-Inoperabilidad para proporcionar readaptación.
-Falta de personal y armamento.
-Ubicada en zona urbana.
-Instalaciones de agua decadentes.
-Presos con más de 30 años de sentencia.
-Antecedentes de fuga de internos.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.