En los 100 metros previos a la confluencia de calle Tacuba con bulevar Dolores del Río se ve de todo: irregular desecho de aceites en asfalto y drenaje, talleres automotrices al aire libre, expendios de cerveza que no respetan horarios y negocios que invaden permanentemente las banquetas al operar.
La calle Tacuba de la colonia Azcapotzalco es singular por la conjugación de una serie de problemas urbanos que se asoman a simple vista sin ser detectados por las autoridades.
Un negocio opera con tranquilidad el trabajo de venta y acopio de aceite y desechos mecánicos, mientras la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) admite que en la ciudad existen cerca de 500 establecimientos que brindan servicios similares sin un adecuado manejo de los desechos, pues muchos de ellos los vacían al drenaje.
A cinco metros de este negocio de aceites se localiza un taller de reparación de lavadoras. Pero como el local es muy pequeño, el afanoso dueño y encargado del lugar saca los electrodomésticos de lavado y secado a la banqueta, donde el espacio es mayor para trabajar.
Frente al taller y el negocio de aceites hay una tienda de las llamadas minisúper. Durante el día el funcionamiento de esta tienda es normal, como cualquier otra que tiene permiso para venta de cerveza en el horario regulado por la autoridad municipal.
Sin embargo, la gente se queja que por las noches, después de las diez, permanece abierto este negocio y no solamente encarece las caguamas y los botes de cerveza a precio de ventana clandestina, sino también el costo de los comestibles básicos como la leche, el pan o el huevo.
El argumento: es más caro de noche, les dice el tendero a sus clientes. Pero a los vecinos les molesta el supuesto influyentismo de que goza el dueño de la tienda. Como al señor le molestaba el olor de la alcantarilla que está exactamente afuera de su negocio, decidió sellarla. Ahora, cada vez que llueve, el agua no drena como debería.
Enseguida se localiza, unos metros más adelante, un puesto de gorditas que está fijo en la banqueta y obstruye, por ende, el paso de los peatones por su ruta de traslado seguro.
En esta pequeña zona de calle Tacuba casi esquina con bulevar Dolores del Río también trabaja un fontanero, y para no desentonar con sus vecinos negociantes, hace reparaciones de plomería en la vía pública.
El malestar de los vecinos que dicen no generar problemas se agudiza cuando voltean hacia la escuela de mecánica que se ubica en esa misma cuadra, ya que tiene los autos a reparar estacionados en batería y se ha convertido más en taller callejero que en academia de enseñanza.
Ah... es también una gran cantina al aire libre, donde la gente de las dos privadas que se localizan en el sitio hace fiestas en plena calle, con música y baile, dicen los colonos de la Azcapotzalco.
Por eso la gente del lugar se queja de que en esa zona hay de todo.
Talleres ambulantes
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente ubica al menos a unos 600 talleres mecánicos en colonias y fraccionamientos de distintos rumbos de la ciudad, quienes siguen fuera de la norma y con descargas de aceites y lubricantes al alcantarillado urbano.
Profepa informa que la verificación a los talleres incorporados al programa voluntario es aplicada por la Empresa Auditora Controles Ambientales Integrales, del Estado de México.
La auditoría ambiental tiene por objeto promover la adopción e implementación de medidas de prevención, reducción y mitigación de los riesgos e impactos ambientales en las actividades humanas que por su naturaleza modifican el medio, asentó el funcionario.