En año electoral los compromisos con la sociedad son letra muerta. Los políticos acostumbran renunciar a sus cargos para buscar nuevos acomodos y así, seguir cobrando en la sagrada nómina.
El pasado miércoles el secretario del Ayuntamiento de Torreón, Alfonso Tafoya y seis directores generales presentaron su renuncia. Algunos buscarán un puesto de elección popular, otros se sumarán a las campañas electorales para posteriormente obtener un premio.
Son muchos los pendientes que deja la administración de Guillermo Anaya, sin embargo esto no es obstáculo que pueda impedir la desbandada. Por si fuera poco, los regidores ya contemplan la posibilidad de otorgarse el “bono de marcha”. Tradición priista a la cual ningún Gobierno panista le hace el feo y que para evitar comparaciones cambian el nombre. Así pues en lugar de la palabra bono se utiliza el vocablo “compensación”.
Según el primer regidor, René Nahle Aguilera, el premio posiblemente será el equivalente a tres meses de sueldo pero será el Cabildo el que lo decida en su momento, “allá por los meses de octubre y según se vaya viendo la situación”.
Esta tradición sin duda molesta a la ciudadanía, sobre todo cuando los políticos enarbolan discursos de compromiso con la sociedad y atribuyen su labor a la vocación de servicio, nada más lejos de la realidad. Actualmente el ejercicio político goza de un enorme descrédito entre la población y estas acciones, únicamente generan irritación en los ciudadanos.
Por si fuera poco, para René Nahle Aguilera es correcto que los directores que renunciaron reciban una parte proporcional. Es decir, renuncian a sus obligaciones pero no a sus “derechos”. Además se propone un bono de productividad para los nuevos funcionarios, quienes no llegarán a cumplir ni siquiera un año en su nuevo cargo.
Entre elecciones y “bonos de marcha”, los coahuilenses verán cómo los recursos –en su mayoría- son destinados a la vida política y muy pocos a la obra pública.
