EL SIGLO DE TORREÓN
Es necesario reflexionar sobre la formación de nuevas generaciones
TORREÓN, COAH.- Los casos de abuso o maltrato de los padres hacia los hijos que se conocen con frecuencia en las instituciones de asistencia social, deben ser motivo de reflexión sobre el papel que está desempeñando la familia en la formación de las nuevas generaciones.
Élida Bautista Castañón, encargada del Programa de Atención Integral a las Mujeres del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) consideró que es una problemática que se ha mantenido vigente a través del tiempo, aunque en la actualidad existe una mayor cultura de la denuncia e incluso, la sociedad exige a las autoridades que actúen.
Reconoció que se presenta una mayor incidencia de casos en los cuales se evidencia una baja escala de valores morales, toda vez que éstos han sido sustituidos por otros de carácter social o cultural, incluso hasta de mercadotecnia en los que resulta primordial la figura de la persona, su imagen y no su importancia como ser humano.
Por otra parte, la sociedad no ha terminado de entender que existen nuevos modelos de familia distintos a la tradicional que pueden ser funcionales, si en el interior se propicia la armonía y la comunicación.
Existe una mayor presión social, las mujeres han tenido que salir a trabajar para conseguir el sustento diario y toda esta situación desencadena conductas de violencia, pues socialmente éstas son cuestionadas por no permanecer el tiempo suficiente con los hijos.
Élida Bautista consideró que en todo caso, el ser humano no aspira a modelos tradicionales compuestos por el madre, la madre y los hijos, sino a la armonía y los valores que se le deben proporcionar desde este círculo para enfrentarse al mundo, sin considerar que la familia esté a cargo de la madre, del padre o de los abuelos.
En la sociedad actual, dijo, se manejan muchos prototipos que invaden sobre todo a los jóvenes, “se le da mucha importancia a que la jovencita sea rubia, de pelo largo y muy esbelta, y esto va creando un vacío moral a quienes no cumplen con ese parámetro”, según consideró.
Cuando en la familia no se están proporcionando las bases morales y las herramientas para que los hijos salgan al mundo, quienes no cumplen con esa “prioridad social” pueden llegar a refugiarse equivocadamente en el alcohol, las drogas o la prostitución, pese a que su única necesidad es ser escuchados.
Aunado a ello, debe tomarse en cuenta que los jóvenes tienen un acceso más fácil a los sitios de enviciamiento, pues ni siquiera se les pide la credencial de mayoría de edad en los “antros”, proliferan las barras libres en las que no se conoce con exactitud el tipo de bebidas que ingieren y entonces, se vuelve “normal” alcoholizarse o drogarse.
