POR NIRIA RAMOS MARÍN
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Ante un auditorio lleno, se presentó el viernes por la noche, la segunda actuación del Ballet de Kiev en Torreón.
En esta segunda y última función del ballet en La Laguna, tocó el turno al clásico titulado Giselle.
Se abrió el telón y lo primero que se tenía a la vista era una escenografía de una pequeña aldea, y lo demás simulaba un bosque a orillas del Rhin; de pronto apareció entre los árboles el primer bailarín que daría vida al conde Albretch, pero que se supone va disfrazado de campesino para cortejar a la bella joven de la aldea llamada Giselle (Natalia Domracheva).
Es ahí donde la bailarina entra a escena, con un vaporoso vestidito de tul color blanco, con detalles en azul claro que de inmediato ubicó a la bailarina como un personaje inocente y bondadoso, la artista comenzó con una danza muy estética, pero también muy suave.
Al continuar los cuadros musicales, el público comenzó a involucrarse con la historia, la cual conforme avanzaba, subía de intensidad.
Una parte que arrancó el aplauso inmediato del público, fue el baile de los campesinos en donde celebran la cosecha de la uva y justo en el clímax de estos festejos, surge en la trama un gran giro que definirá la historia y que presentará una bailarina (Giselle) tan ligera como expresiva.
Si duda el momento sorprendente es cuando Giselle pierde la razón y comienza una danza frenética, que demostró la calidad interpretativa del ballet y de la bailarina que representó al personaje principal de la representación.
Cuerpos definidos, pasos precisos y sobre todo, lo más impresionante fue la ligereza y suavidad aún en los momentos de mayor fuerza.
La calidad fue innegable, tanto interpretativa como técnicamente, la noche del viernes, sin duda el teatro tuvo uno de los mejores huéspedes que han pisado este escenario.
La compañía demostró a los laguneros el porqué es catalogada como una de las ?tres grandes? de la antigua Unión Soviética junto con el Ballet Bolshoi y el Kirov.
La dirección estuvo a cargo de Viktor Yaremenko, quien con precisión y claridad contó esta historia de una manera muy emotiva, que no necesitaba ninguna introducción, ni sinopsis alguna. El director supo contar la historia y sus bailarines compartirla con el público.
Impresionante, es la palabra que define el baile de Natalia Domracheva como primera bailarina, ya que Giselle es conocida como una de las más complejas obras del repertorio clásico.
Giselle definitivamente fue un trabajo limpio, depurado, y que el público supo apreciar, ya que al finalizar el espectáculo se ovacionó con fuertes aplausos a la compañía invitada, que en esta ocasión fue nada más, ni nada menos que el Ballet de Kiev, que ya ha sido aplaudido en países como Bélgica, Holanda, Italia, Francia, Grecia, Alemania; Inglaterra, Portugal, Dinamarca, Yugoslavia, Canadá, India, Egipto, Perú, Israel, Siria, Japón, entre varios más.
