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PRI: el compromiso ideológico para 2006.../Hora Cero

Roberto Orozco Melo

Los primeros atisbos en el Partido Revolucionario Institucional en el trance de elegir candidato presidencial para el año 2006 no resultan alentadores.

La posibilidad de realizar un proceso democrático en la competencia interna se desvanece frente la propalada intención de posponer hasta el mes de octubre de este año el término fatal en que los aspirantes a la candidatura del PRI, con cargos en el partido o en cualquier nivel de Gobierno, deban renunciarlos o solicitar una licencia para estar en condición legal de competir.

El insinuante sondeo que plantearon dos ex presidentes del PRI, miembros de una comisión preparatoria para el proceso interno, fue recibido con suspicacia por los políticos: quien se quema con leche hasta el jocoque le sopla. Roberto Madrazo, habilidoso político, es reconocido por su inescrupulosa capacidad de manipular procesos electorales.

Se preguntarán los lectores cuál es el interés de Madrazo. Objetivamente debería buscar la democratización de la elección interna, lo cual implica competir a mano limpia, sin cargar gallina alguna bajo la axila. Pero lo que Madrazo busca realmente es preterir el curso normal del proceso para alzarse con la candidatura presidencial.

Los mexicanos recordamos los usos del PRI durante el largo ejercicio de la presidencia autoritaria. Los jefes del Poder Ejecutivo se convertían, ex oficio, en “líderes morales” del Partido Revolucionario Institucional, una práctica transmitida por el Partido de la Revolución Mexicana de los años cuarenta y más lejos, en 1929, cuando inauguralmente fue bautizado como Partido Nacional Revolucionario y contaba, entre otras corporaciones agremiadas, con el poderoso Ejército Mexicano.

La facultad no escrita de designar sucesor, usada y abusada por los presidentes de la República, se hizo extensiva a todos los cargos de elección popular y desde luego, a los liderazgos nacionales y estatales del propio partido. Una sola voz, la del presidente en turno, ordenaba, mandaba y disponía en el ámbito político nacional. El Partido Revolucionario, único y obsecuente de la voz presidencial, legitimaba a los candidatos a presidente de la República, a senadores y diputados federales, a gobernadores de las entidades federativas, a diputados locales, a presidentes municipales, a regidores y a síndicos de los ayuntamientos; los primeros habían sido “palomeados” por el primer mandatario; los últimos eran discernidos entre el presidente del partido y los gobernadores de los estados. Pesada carga tenían llevaban sobre el lomo los presidentes del país, el líder nacional del PRI y en su caso los gobernadores; mas los fletes no eran del todo malos, pues durante cada sexenio pléyade de servidores públicos beneficiados se dedicaba a trabajar para la mayor gloria y bienestar económico del señor de Los Pinos.

Pero pregunte usted, querido lector: ahora que no existe el susodicho “líder moral” en el PRI ¿quién podrá discernir a los “buenos” que van a participar en los comicios oficiales por los cargos de elección popular? Obvio: estatutariamente debería ser el consejo político nacional o los consejos estatales, todos bajo la autoridad del presidente nacional del PRI y de sus aláteres, pero surgen las interrogaciones: ¿Es Roberto Madrazo Pintado quien pueda válidamente ser considerado el depositario y ejecutor del “liderazgo moral” en el Partido Revolucionario Institucional? ¿Será éticamente correcto que el presidente nacional del PRI parta, comparta y reparta el pastel electoral e intente comerse la mayor parte? Además. ¿a qué obedece la sospechosa e impropia presencia del ex presidente Miguel de la Madrid en las reuniones preparatorias del proceso interno? ¿Y por qué aparece y se mueve entre los gobernadores aspirantes a la candidatura del PRI el derrotado ex candidato presidencial Francisco Labastida Ochoa?… ¿Qué papel juegan estos personajes del pasado en la actual encrucijada electoral?

El PRI celebrará su asamblea nacional en los primeros días del mes de marzo del año 2005 y es de suponer que, aparte de las cuestiones internas meramente electorales, podrá dilucidar algunas importantes cuestiones teóricas establecidas en la declaración de principios, programa de acción y normas estatutarias del partido flagrantemente incongruentes con el proyecto político, económico y social que impuso el neoliberalismo de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.

Los mexicanos deseamos saber qué cosa podemos esperar si el PRI rescata el poder federal en la República; si la inspiración nacionalista y liberal del PRI y su consecuente proyecto de Gobierno constituirán mandatos obligatorios para quienes, emanados de este partido, gobiernen la República a través de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial a partir de diciembre de 2006 o si el PRI seguirá soslayando hipócritamente la prevaricación oficial existente desde 1982 al año 2000.

Post Scriptum:

Para los coahuilenses resulta trascendente que el próximo Jefe del Poder Ejecutivo de la República pueda ser nuestro actual gobernador, Enrique Martínez y Martínez, que con plausible seriedad pide el aval de sus gobernados mediante una encuesta organizada por los radiodifusores de Coahuila sobre si debe o no participar. Este columnista dijo “sí” por vía telefónica, convencido de que no basta escribir contra el centralismo que cargamos desde hace dos siglos, también es necesario apoyarnos en una pertinente acción política para aniquilarlo. ¡Esta es la oportunidad!

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