A medida que se acerca la fecha de elegir candidato a la gubernatura de Coahuila, al interior del Partido Revolucionario Institucional las patadas bajo la mesa aumentan con intensidad. La propaganda sucia hace su aparición y en este contexto es difícil apostar a la unidad del Tricolor.
El senador Alejandro Gutiérrez y el diputado, Jesús María Ramón, se pronuncian por la necesidad de reglas claras. Ambos legisladores denuncian el trato desigual que se da a diferentes precandidatos. Incluso Alejandro Gutiérrez vaticinó la derrota del partido en las elecciones del 25 de septiembre ante los riesgos de una fractura.
Miguel Arizpe, dirigente estatal del PRI, comenta que el partido tiene reglas claras, señala que los tiempos del proceso interno todavía no llegan, “por supuesto que nuestro partido tiene reglas perfectamente claras, el asunto aquí es que el proceso aún no inicia formalmente, pero las reglas ahí están y nos tendremos todos que sujetar a ellas cuando el proceso arranque con la publicación de la convocatoria”.
El delegado especial del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Manuel Cavazos Lerma, va más allá y aclara que no puede haber reglas mientras no exista la convocatoria para el proceso de donde surgirá el próximo candidato a gobernador. En este contexto a los dirigentes y aspirantes priistas lo único que les queda es dialogar para gestionar la unidad.
La confrontación de que actualmente somos testigos, tiene muchas similitudes con el proceso donde fue electo Enrique Martínez como candidato del PRI. Seis años atrás Chuy María tenía el apoyo del entonces gobernador, Rogelio Montemayor, el cual no fue suficiente. En ese tiempo Alejandro Gutiérrez declinó a favor de Martínez, de ahí que hoy exija un derecho que considera suyo.
En los últimos días las confrontaciones entre Raúl Sifuentes y Humberto Moreira han bajado de tono, pero por el contrario han aumentado los ataques contra Javier Guerrero. Nuevamente el debate de las ideas es sustituido por las descalificaciones y en la ambición de ser candidatos los políticos olvidan las formas, para apostarle al marketing como herramienta de triunfo. Convirtiéndose así en protagonistas de un triste espectáculo que poco favor le hace al ejercicio de la política y por el contrario aumenta el desánimo de la gente, cansada de confrontaciones estériles.
