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LA HABANA, CUBA.- Desde ayer los cubanos comenzaron a lidiar con una prohibición oficial de fumar en lugares públicos, medida que algunos consideran incongruente en un país de larga tradición tabacalera y que otros agradecen como una bendición.
“Es bueno dejar el vicio”, dijo, cigarrillo en mano, Enrique Pérez, un parqueador de 63 años del capitalino barrio del Vedado. “Vamos a sufrir pero no nacimos fumando”, explicó.
Publicada en enero, la norma gubernamental se aprobó “teniendo en cuenta el daño para la salud humana del consumo de cigarros y tabacos y con el objetivo de contribuir al logro de cambios de actitudes” en la población.
Las nuevas reglas establecen que no se podrá fumar en lugares públicos cerrados, en los salones, teatros, cines, autobuses o taxis. Tampoco en cafetería o restaurantes a menos que tengan un espacio especial. También en los centros de trabajo, hospitales o en escuelas y se suspenderá la venta de cigarros a jóvenes menores de 16 años.
La resolución del Ministerio del Comercio Interior además obligó a retirar las máquinas automáticas expendedoras de cajetillas.
Algunos cubanos se mostraron molestos con la idea de restringir el hábito de fumar en un país mundialmente reconocido por sus hojas de tabaco y la calidad de sus puros. Personas abordadas en la calle o en lugares cerrados y con su cigarrillo en la mano rechazaron hacer comentarios o no quisieron dar su nombre.
IDIOSINCRASIA
Asociada a su idiosincrasia, la “fuma” -como se le decía antiguamente en Cuba- está afincada en las tradiciones isleñas, pero los problemas de salud derivados convencieron a las autoridades a limitar su consumo.
En la década de los 80 el presidente Fidel Castro dejó los puros y se sumó a las campañas antitabaco, uno de los principales rubros de exportación isleña y un negocio de 200 millones de dólares.
La resolución ministerial tampoco hace alusión a las tres cajetillas de cigarro que los cubanos nacidos antes del triunfo de la revolución reciben por la libreta de abastecimiento, un documento que les permite comprar alimentos altamente subsidiados.
En la isla fallecen anualmente 15 mil personas por cánceres y el 30 por ciento de los casos está relacionado con el tabaquismo.