EFE
ROMA, ITALIA.- El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, prolongó un día más la crisis por la que atraviesa su Gobierno, tras el abandono de los ministros de la democristiana UDC, y se resistió a dimitir, paso previo para la formación de un nuevo Ejecutivo, como le reclaman casi todos sus aliados.
Ante esta compleja situación, que se sobrepuso ayer al inicio del Cónclave para elegir al nuevo Papa, el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, le ha obligado a que acuda ?sin demora? al Parlamento para que aclare lo que está sucediendo.
?No he dimitido?, dijo con tono de humor Berlusconi a su llegada a la Cámara de Diputados, procedente de la sede de la Jefatura del Estado, para fijar su comparecencia parlamentaria con el presidente de la institución, el democristiano Pierferdinando Casini.
Poco antes, sus socios de la Liga Norte, que han cerrado filas en torno al primer ministro durante la crisis -motivada por su derrota electoral en las elecciones regionales de los pasados días tres y cuatro-, hicieron saber que no había acuerdo para que Berlusconi presentara su dimisión y, a continuación, formara un nuevo Gobierno.
?No hay ningún acuerdo en la Casa de las Libertades para la formación de un Berlusconi ?bis?, ni sobre el programa ni sobre los ministros que eventualmente deberían entrar en él?, dijo el ministro de la Liga Roberto Calderoli
El anuncio de la Liga Norte, que celebró con júbilo su líder aún convaleciente Umberto Bossi, tiró por tierra las expectativas en sentido contrario que habían alimentado las otras dos formaciones aliadas del magnate de la televisión privada, la derechista Alianza Nacional (AN) y la democristiana UDC.
Unos y otros habían señalado que Berlusconi se disponía a abrir la crisis formal de Gobierno y a dimitir para dar paso a su segundo Gabinete, con el que afrontar el año que resta de legislatura.
Esta era una petición formulada hace ya una semana por el líder de AN, el ministro de Exteriores Gianfranco Fini, que tomó como un objetivo irrenunciable el líder de la UDC, el hasta ahora vicepresidente Marco Follini.
Los democristianos, que inicialmente amenazaron con elecciones anticipadas, decidieron al final retirar del Gobierno a sus tres ministros y al vicepresidente para tratar de forzar un cambio, también en el programa electoral.
