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Promesas/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Las promesas magníficas deben ser siempre objeto de sospecha”.

Theodore Parker

Debe uno reconocerle a Andrés Manuel López Obrador el impulsar la prematura campaña presidencial al campo de las ideas y las propuestas. En un momento en que la preocupación fundamental del resto de los candidatos parece ser la de dar a conocer su rostro, López Obrador ha buscado centrar la discusión en propuestas concretas de Gobierno tanto en su libro Un proyecto alternativo de nación como en los 50 compromisos que ofreció en su presentación de campaña del fin de semana en el teatro Metropolitan de la Ciudad de México.

Pero una vez reconocido este hecho, es inevitable volverse crítico. Hasta dónde se puede conocer el detalle de estas propuestas -ya que no pude encontrar una versión en Internet y ningún diario publicó el documento completo- hay mucho de buenos deseos en los 50 compromisos. López Obrador parece haber compilado una Biblia de lo políticamente correcto, pero sin ofrecer propuestas concretas de cómo resolver los problemas que él mismo señala.

López Obrador afirma, por ejemplo, que cumplirá los Acuerdos de San Andrés Larrainzar. A pesar de que señala en otro punto que respetará al Poder Legislativo, no se da cuenta de que para cumplir cabalmente esos acuerdos necesita modificar la Constitución, lo cual no le toca al presidente sino al Congreso de la Unión y a las legislaturas estatales. No parece preocuparse Andrés Manuel, además, por los numerosos problemas que tienen los documentos de San Andrés, los cuales limitan antes que ampliar los derechos de los pueblos indígenas y establecen un trato discriminatorio para ellos frente al resto de los mexicanos.

El jefe de Gobierno de la Ciudad de México afirma que abatirá la pobreza. Pero muchas de las medidas incluidas en sus compromisos parecen destinadas a detener el desarrollo antes que a promoverlo. Su rechazo a la “privatización” del sector energético debe interpretarse como una decisión de impedir la inversión privada en energía, y quizá de suspender los contratos con los que hoy se extrae gas de la cuenca de Burgos o con los que empresas privadas han construido plantas de generación eléctrica en los últimos años. Mas esto sería un golpe mortal para la industria de los energéticos en México y traería como consecuencia una desaceleración en el crecimiento económico y una menor creación de empleos.

A la vieja usanza populista, López Obrador hace promesas sin decir cómo las pagará. Afirma, por ejemplo, que establecerá una pensión alimentaria para todos los mayores de 70 años en el país. La propuesta está diseñada para generar un máximo de apoyo, ya que las pensiones a los ancianos han sido el programa más rentable para su Gobierno de la Ciudad de México. Pero no hay en los compromisos ni una indicación de cuánto costará la pensión universal ahora y dentro de 20 o 30 años. Y eliminar la pensión de tres ex presidentes, en nada ayudaría a generar los recursos necesarios para eso.

Andrés Manuel ha incluido entre sus compromisos una promesa de acatar las decisiones del Poder Judicial. Pero esto es una obligación de cualquier gobernante. Más bien nos debe inquietar que López Obrador sienta necesario decir que se compromete a hacer aquello a lo que lo obligan las leyes.

Otras promesas son igualmente inquietantes. López Obrador dice que negociará con Estados Unidos y Canadá a fin de impedir el acceso a nuestro país del maíz y el frijol de esos países en el marco del Tratado de Libre Comercio. Ya Washington y Ottawa han señalado que no están dispuestos a reabrir el TLC, por lo que México tendría que abandonar unilateralmente un tratado que sólo el año pasado nos dejó un superávit comercial de 45 mil millones de dólares. El desplome de la economía mexicana en tal caso sería inevitable.

Aun suponiendo que Estados Unidos y Canadá accedieran a la posición de López Obrador, lo más seguro es que exigieran otras medidas de ajuste en el TLC para reducir el enorme superávit comercial mexicano con sus socios norteamericanos. También en este caso el daño a la economía sería extraordinario. ¿Y a cambio de qué? Para proteger a dos sectores que por falta de competitividad sólo han generado pobreza.

Hay que estar agradecidos con López Obrador por abrir la discusión de la campaña electoral a los temas de fondo. Pero la impresión que me dejan los 50 compromisos es que este candidato no tiene mucha idea de cómo funciona la economía.

NISSAN INVIERTE

Nissan está preparando una nueva inversión de 45 millones de dólares en México. Esta inversión permitiría ampliar la producción de vehículos compactos los cuales se encauzaría en buena medida al mercado estadounidense. Si López Obrador saca a México del TLC, como lo sugieren sus compromisos, ésta y otras inversiones productivas se perderán irremediablemente.

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