Tienen razón quienes afirman que en el fondo, no importa los nombres o las siglas partidistas, sino los proyectos, las ideas, los cómos y los cuándos, los con qué recursos se habrán de enfrentar y resolver los problemas que aquejen a una comunidad. En este sentido resultaría hasta ocioso el preocuparnos de que fulano o mengano llegue a ocupar algún puesto público, ya que existirían compromisos concretos y mecanismos específicos para asegurar que éstos se cumplan en tiempo y forma. Tienen razón los que hablan de una ciudadanía con un nivel de participación y capacidad de movilización que inhibe cualquier desvío, de un pueblo corresponsable y blindado ante los malos gobernantes... pero sólo en un plano ideal, ya que nuestra realidad nos obliga a proyectar escenarios, incertidumbres y hasta temores; así de débil es nuestra democracia.
Y es que en el imperio de la imagen y la mercadotecnia, donde el dinero gana elecciones y el corporativismo clientelar parece renacer de entre sus cenizas –si es que alguna vez murió-, pocos se preocupan por navegar con argumentos, con ideas, ante un mercado electoral que demanda promesas, una dosis de esperanza, aunque ésta sea efímera y la evaluación seria de trayectorias, del discurso y la congruencia, simplemente brillan por su ausencia.
Ante la postura asumida por algunos sectores en la región de promover un gobernador lagunero, el ex presidente del Consejo Lagunero de la Iniciativa Privada (CLIP), Antonio Juan Marcos Villarreal, señala que más que apoyar factores regionalistas como característica para escoger al futuro mandatario de Coahuila, lo más importante es emplazarlo a definir el proyecto de Estado que quiere lograr y a que trabaje por ello. Y es que desde su punto de vista el ser lagunero o no serlo para efectos prácticos no determina ni la capacidad, ni la voluntad, así como tampoco la visión política para llevar a un buen derrotero a una entidad.
Su opinión es tan valiosa como la de aquellos que encuentran en la posibilidad de que el ex alcalde de Saltillo asuma las riendas del Palacio Rosa un problema para el desarrollo de la región; se trata de expresiones que deben ser analizadas y cada ciudadano podrá asumir una postura al respecto. Tal vez el punto toral se encuentre en “el proyecto de Estado”, ya que hasta el momento no existe sobre la mesa alguno.