La Habana, (EFE).- Cuba prueba el veneno de alacrán en el control de plagas y enfermedades de los cultivos agrícolas, dijo un especialista del Centro de Desarrollo de la Montaña (CDM).
Los ensayos con la toxina del alacrán se realizan actualmente en Guantánamo, sede el CDM, conjuntamente con los de otras especies que pudieran aprovecharse con fines médicos o como plaguicidas, según dijo el investigador Rodolfo Rodríguez a la Agencia de Información Nacional (AIN).
Explicó que esos experimentos que se efectúan en coordinación con Laboratorios Biológicos Farmacéuticos (LABIOFAM), también pretenden aplicar en el futuro el veneno de alacrán con fines terapéuticos en seres humanos.
Las áreas para las crías de los escorpiones del CDM se encuentran en las inmediaciones de la institución, ubicada en el macizo montañoso oriental de Baracoa.
En el CDM también se analizan los efectos curativos de la ponzoña del ciempiés o cocosí (Rhinocricus suprenams), artrópodo terrestre muy abundante en los agrosistemas cafetaleros.
Desde hace varios años, la acción terapéutica de la toxina del escorpión azul es probada en la isla en el tratamiento de personas aquejadas de diversos tipos de cáncer.
Su aplicación es parte de un proyecto de investigación aprobado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y dirigido por el Instituto de Oncología y Radiobiología, del Ministerio de Salud Pública.
El tratamiento con el veneno del escorpión azul (Rhopalurus junceus) se ensaya en tumoraciones malignas, inflamación pélvica o prostática, mal de Parkinson y otras dolencias desde principios de la pasada década de 1990.
El especialista Misael Bordier, pionero en Cuba en el proyecto de aplicación del veneno de alacrán en humanos, ha afirmado que arroja una positiva respuesta clínica y de laboratorio en el 97 por ciento de las personas que padecen esas patologías.
No obstante, advierte que no es posible hablar de "cura absoluta, sino de notable mejoría, incremento de la calidad de vida y erradicación total de las protuberancia en la mayoría de los enfermos".
El biólogo extrae el veneno de las glándulas de los alacranes vivos mediante un sistema de estimulación eléctrica y lo combina con agua destilada hasta lograr una solución, cuya composición depende del tipo de cáncer y del estado del paciente.