NON HABEMUS PAPA
Estaba formada en la fila del banco esperando ser atendida, y unos hermanos separados que se encontraban delante de mí estaban hablando sobre la cobertura de los canales de televisión acerca de la salud del Papa y criticando que ?cómo gastaban tanto tiempo para hablar de ese señor?, y yo sentí tristeza por esas personas que no consideraron a Juan Pablo II como alguien cercano que nos pertenecía y que nos fue prestado para tener la dicha de vivir esa extraordinaria época de la iglesia, en la que el Papa dejó de ser una figura ausente y lejana, convirtiéndose en un verdadero padre y líder de nuestra religión.
Se decía en la televisión, que ¿a quién se le debía dar el pésame por su fallecimiento?, ya que toda su familia directa había muerto tiempo atrás, y yo pensé en ese momento que el pésame era para la iglesia que él dirigía, pero después reflexioné que en realidad el pésame es para toda la humanidad, porque estamos muy necesitados de personas que demuestren un verdadero amor hacia el ser humano y sus debilidades, y que al mismo tiempo que vive los tiempos actuales de tecnología avanzada, no permite que los valores cristianos desaparezcan y defiende abiertamente las tradiciones morales de nuestros padres.
En todo caso, a quien yo le daría el pésame, si tuviera la oportunidad, sería a Valentina Alazraki, la periodista que durante los 26 años de su pontificado cubrió las noticias del Vaticano para un canal de televisión de México y que siempre consideró un privilegio el poder estar cerca de Su Santidad, relatando sus viajes y sus actividades para el pueblo de México, dando a las noticias un toque femenino: de protección (lamentando su posible cansancio); de afecto (por las emociones que enfrentaba el Papa cuando dejaba los países que lo acogieron con tanto cariño) y de solidaridad (preocupada porque el mensaje que deseaba transmitir el Santo Padre llegara a todas las personas que lo escuchaban).
Durante toda la transmisión, desde su agonía hasta su muerte, la mayoría de los comunicadores hacían preguntas técnicas sobre el entierro, el protocolo, etc., y a ella le interesaba el cuestionamiento humanístico de cómo se sentían las personas cercanas al Papa con esa pérdida. A Valentina se le notaba una profunda tristeza, que no podía esconder a pesar de todo su profesionalismo.
Que en paz descanse Juan Pablo II, el Papa peregrino, ejemplo de amor infinito.
