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Psicomentarios / EL DOLOR

Coty Guerra

Tratando de buscar cómo los cambios en las experiencias sensoriales tempranas de los animales les afecta el desarrollo posterior de la inteligencia, cuando se pensaba que la inteligencia era primordialmente hereditaria, se encontraron datos muy interesantes acerca del dolor que experimentamos los seres humanos. Se colocaron cachorritos recién nacidos de Terriers Escoceses en un medio ambiente muy vigilado, con severas limitaciones de estímulos. Lo único que tenían eran algunos objetos con los que podían jugar, manteniéndose activos, juguetones y, sorpresivamente, sin depresiones. Cuando salieron por primera vez de sus cajas nunca habían visto gente, y corrían alrededor de los pies de todos los que se encontraban en el lugar, lo que hacía inevitable que alguno de los presentes se pararan accidentalmente sobre sus colas, pero nunca se quejaron. En su excitación por la libertad, también se golpeaban fuertemente con los objetos y tampoco expresaron dolor. Como curiosidad, los investigadores les acercaron una llama a las narices, pero no parecía que los quemaran, se alejaban como si oliera raro, pero no como si les doliera.

Debido a esto, los investigadores se cuestionaron si el dolor pudiera ser alterado por experiencias anteriores, ya que de acuerdo a algunas teorías, existen receptores del dolor de la periferia que envían sus mensajes a través de fibras específicas de dolor a un ?centro de dolor en el cerebro?, por lo tanto, al tocarse el receptor el dolor se debe sentir en el cerebro. Lo que no sucedió con los cachorros. La explicación fue que para ellos todos los estímulos eran novedosos y como no estaban atendiendo al dolor, no lo sentían.

Melzek dice que en el tallo cerebral existen cinco caminos para el dolor que se encuentran, sobre la médula espinal, y que se extiende por el cerebro hacia diferentes lugares transmitiendo la información; asimismo, que el dolor es multidimensional, emocional y cognitivo, no puramente sensorial. Existe un camino de conducción rápida que más que generar experiencia consciente, activa memorias del pasado el cual interactúa con los otros caminos del dolor, aislando al resto: ?esto es importante, esto no lo es, este cerillo te va a producir dolor de largo tiempo, pero esa silla grande te producirá un dolor relativo, etc.?. De esta manera se explica que los futbolistas puedan jugar por horas lastimados, porque su atención va separando lo más importante. Lo mismo cuando usamos ropa muy pesada, no lo notamos, pero cuando tenemos conciencia de ello, notamos el abrigo o el zapato que nos está lastimando. Esta información nos está llegando continuamente al sistema nervioso, pero no lo sentimos porque no nos interesa.

Existe una habilidad cerebral para tamizar y dirigir una atención estrecha hacia algo, mientras desechamos informaciones que en ese momento consideramos menos importantes, y esta habilidad es necesaria para la supervivencia, de otra manera sería el caos y esto nos impediría mantenernos mentalmente sanos.

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