El arqueólogo Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamen en el año de 1922 en un sarcófago de tres contenedores, como las mamushkas rusas, uno dentro de otro. Al tratar de sacar su cuerpo momificado, éste se encontraba adherido al sarcófago interior y al hacerlo lo dañaron de manera importante. En el museo nacional de El Cairo se exhibe el sarcófago con la máscara de oro, que es una obra hermosísima que impacta al contemplarla directamente, así como los utensilios y objetos que se encontraron acompañándolo en su tumba. En la actualidad el cuerpo momificado, o sea, la momia, está colocada en un recipiente de madera llena de arena que fue construida ex profeso.
Un equipo de científicos egipcios recientemente le hicieron una serie de estudios por escáner médico, generando mil 700 imágenes finamente detalladas en tres dimensiones de los restos del joven faraón, -tenía 19 años a la fecha de su muerte-, usando un modelo exacto del esqueleto de Tut (así le llaman) tres equipos de especialistas forenses reconstruyeron la cara, descartando los rumores de que había sido asesinado por presentar una protuberancia en el cráneo, la cual resultó ser resina para embalsamar. Además pudieron distinguir los daños ocasionados al ser retirado de su sarcófago, de aquéllos que sufrió en vida.
Con estas investigaciones, además de delinear perfectamente los rasgos de su cara para conocer cómo era, encontraron que había sufrido una profunda fractura de su pierna izquierda, la cual sufrió una fuerte infección, ocasionándole la pérdida de su rótula; que su tobillo derecho estaba roto y la muela del juicio impactada en la encía, y concluyeron que la extraña forma de su cráneo era genética, no una deformidad.
Esta noticia, que apareció en las principales publicaciones, así como en el canal de televisión del National Geographic, con el título de El Secreto de la Muerte del Rey Tut, me parece extraordinaria, porque se está obteniendo información de una persona que murió hace tres mil 300 años. Sin embargo, aquí en México, no se puede resolver el misterio de las “muertas de Ciudad Juárez”, a pesar de ser muchas y todas recientemente. ¿Será necesario contratar al equipo de científicos egipcios para encontrar la respuesta?
