EL RESPETO A LAS PERSONAS
El otro día estuve presente en una reunión de “costura” y escuché un comentario que me pareció interesante para tratarlo en esta columna. Es acerca del respeto que se debe tener con la correspondencia que se recibe en el hogar. Es decir, todo aquello que está en un sobre membretado y cerrado debe ser abierto por el destinatario, sin importar quién sea el remitente: banco, tiendas, negocios, cuentas por cobrar, familia, escuelas, etc.
Todavía en la generación anterior, en el tiempo de las ahora mamás de la segunda edad, todo aquello que venía dirigido a alguien ajeno se le respetaba y no se tocaba, pero ahora, según platicaban con asombro, tal como llega la correspondencia la abren las jóvenes señoras de la casa.
Naturalmente que una persona segura de sí misma, que no experimente celos, ni siquiera le importaría enterarse de lo que recibe el marido... ¡qué flojera!...
Ése es un aspecto, el otro es la educación que se debe tener para respetar lo que no es para nosotros.
Pudiera ser que no tenga una importancia extrema, pero sí creo que debe haber respeto por todo aquello que no va dirigido a nuestra persona, porque si cualquiera lo pudiera abrir, entonces los remitentes sólo pondrían el domicilio y en todo caso, le agregarían la leyenda: “para quien lo abra”.