Cuenta Carl Sagan en su famoso libro Cosmos, el libro de ciencia escrito en idioma inglés más vendido de la historia, que a Tales de Mileto sus contemporáneos le reprochaban su pobreza y el poco interés que tenía por las cosas materiales, lo cual demostraba que al parecer la filosofía no servía para nada. Sin embargo, su capacidad para interpretar los cielos le permitió saber en pleno invierno que el año siguiente habría una gran cosecha de aceitunas; como disponía algo de dinero, parte lo utilizó para alquilar a bajo precio todas las prensas de aceite de Quíos y Mileto. Cuando llegó la época de la cosecha y se generó la necesidad de utilizarlas, las alquiló al precio que él quiso y así reunió mucho dinero, demostrando que podía obtener con sus conocimientos los bienes que quisiera, pero que la ambición de los filósofos era de otro tipo.
Tales de Mileto tenía razón: la riqueza del saber es mayor que cualquier otra. Si los jóvenes entendieran esto, no perderían tanto tiempo en cosas superfluas y desde chicos les harían caso a los adultos para obtener en su vida el mayor cúmulo de información sobre el mundo que los rodea. Cuando las personas son niños o adolescentes, su mente está menos ocupada y tienen mayor capacidad de retención por lo que pueden captar y almacenar información que les durará toda la vida, y que, además, les podrá ser útil para valorar y aprender otros conocimientos, como en una especie de ?cadena del saber?.
Todas las disciplinas: medicina, abogacía, administración, etc., manejan relaciones humanas y no solamente el dominarlas en conocimiento nos hace buenos profesionistas. Para entender a nuestros semejantes es necesario aprender sobre nuestra historia antropológica y socialmente y particularmente, sobre nuestro entorno inmediato, y eso se debe enseñar desde la primaria a través de fomentar la lectura.
Los centros escolares deben, sobre todo, obtener el interés de los alumnos en lo que se les enseña, para que no aprendan sólo porque son enviados a la escuela, o porque los padres desean que los niños estudien. Se deben estructurar programas de enseñanza-aprendizaje basados en las motivaciones que se tengan según las diferentes edades, más que en la competitividad. Yo no soy pedagoga y no tengo la solución, soy psicóloga y cuestiono el interés en hacer las cosas, pero existen maestros que deben tener la experiencia y ellos sabrán qué hacer. Lo que creo es que sí es urgente que estas herramientas de aprendizaje se lleven a cabo, porque es deprimente el escaso conocimiento que se tiene en las escuelas sobre lo que se supone que están aprendiendo y sobre la cultura en general.