Hasta la palabrita ANTRO es desagradable. De acuerdo al Diccionario de la Lengua Española significa: ?caverna, cueva, gruta?. local, establecimiento, vivienda, etc., de mala reputación?. sitio sórdido y peligroso??, y considero que no pudieron encontrar un apelativo más idóneo para designar los lugares de ?diversión? a los que acuden los jóvenes, y no tan jóvenes, de nuestra Comarca Lagunera.
Es lamentable que, conforme pasan los años, estos lugares se tornen más riesgosos, y lo estamos viendo con los hechos lamentables ocurridos la semana pasada, en donde dos familias se llenan de dolor tan sólo porque sus hijos fueron a un sitio en particular a divertirse.
Es difícil escribir sobre el tema si existe una tragedia de por medio, y no se quiere ?machacar? sobre responsabilidades o culpas. Sabemos que los jóvenes no escuchan consejos o razones y siempre se salen con la suya, pero en toda situación se puede hacer una reflexión.
Parte del problema consiste en cómo están estructurados esos lugares. Primero que nada, son obscuros, lo que siempre permitirá que el anonimato quede encubierto, y las personas que ahí se encuentran pueden actuar de la manera que deseen sin censura. Además, siempre se ha sabido (secreto a voces) que son centros de distribución de estupefacientes y consumo de alcohol, lo que significa que puedan encontrarse en esos sitios personas que no son dueños absolutos de sus actos porque ambas lacras idiotizan a la gente, lo que conlleva un gran riesgo para los asistentes.
Se pensaría que el peligro es mayor, ya sea de consumir o de convivir con consumidores, en los jóvenes, pero la tragedia de que se habla ocurrió entre personas de casi 30 años de edad, que se suponen pudieron tener mejor control de sus actos, pero, debido a lo que se comenta sobre los antros, el riesgo es para todos los que asisten.
Se supone que en esos sitios existe vigilancia, pero eso no es suficiente, porque cualquier situación que se presente la controlan dentro del antro y fuera de ahí no se hacen responsables. Una situación de enojo, sobre todo en los jóvenes, no se olvida fácilmente y suele originar una actitud de violencia que se quiera resolver fuera del lugar donde se originó, por lo que ese tipo de vigilancia no es confiable.
Tal vez se concluye que son aspectos de nuestra sociedad que no tengan solución, sin embargo, ahí queda el dolor permanente de una tragedia que, por no encontrarse esa posible solución, pudiera repetirse.