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Psicomentarios / ¿SE PUEDE EVITAR LA AGRESIVIDAD?

Coty Guerra

La agresión es el tipo de conducta caracterizada por la disposición a atacar. Las reacciones agresivas pueden aprenderse simplemente imitando a otros, sin embargo, gran parte de la conducta agresiva es una reacción a la frustración, que es el tipo de estado anímico que se presenta cuando una persona no alcanza el logro de su objetivo. Cuando esto sucede, el individuo o bien ataca al objeto que se le opone, o a algo que signifique el sustituto de dicho objeto.

Puesto que se supone que es bueno acabar con la frustración, la agresión tendría un valor de adaptación si no fuese por el hecho de que la existencia misma del hombre moderno depende de que viva en grupos sociales en donde no se admite la agresividad. Sin embargo, aún cuando puede ser un modo de ajuste, la agresión no es una manera adecuada para lograrlo. Tal vez reduce transitoriamente las tensiones mentales o físicas, pero a la larga habrá de tropezar con la censura social, con el castigo o hasta con la muerte; además de generar un sentimiento de culpa.

A menudo, un individuo dirige sus sentimientos de hostilidad contra algún objeto o alguna persona que no son los que habían causado su frustración, y a esta transferencia de hostilidad se le llama agresión desplazada. En otros casos existe una ira flotante, que es cuando una persona adquiere una reacción crónica de ira, su hostilidad se vuelve flotante y se irrita muy fácilmente. Cuando el individuo teme expresar abiertamente su agresividad y la dirige contra sí mismo, esto puede conducir al suicidio.

Existen agresiones directas: atracos, asesinatos; agresiones simbólicas: difamación, murmuraciones; y agresión no delictuosa: como en la disciplina infantil excesivamente severa, los regaños constantes y las exhibiciones violentas de mal carácter o malhumor. En la psicología se comprueba que los impulsos agresivos son la raíz de muchos problemas de las relaciones padres-hijos, esposo-esposa y subordinado-superior. Una educación severa como la que reciben los hijos de padres extremadamente dominantes puede producir una personalidad cohibida y temerosa, pero la hostilidad que no se le permite expresar al niño sigue latente y, como en una olla express, en cualquier momento puede explotar. Lo más probable es que se manifieste en conductas delictivas o en la edad adulta impidiéndole desarrollar una vida normal.

Desafortunadamente, la vida actual está llena de frustraciones, porque existen muchos satisfactores que no se pueden alcanzar: bienes materiales, seguridad, estabilidad familiar y laboral, etc. Sin embargo, la agresividad se puede ir controlando obteniendo logros personales, aunque éstos sean pequeños, evitando el dejarse abatir por los problemas diarios. Es difícil, pero, es necesario tratar de alcanzarlo por salud mental.

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